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"¡"Bill! Aquí estoy, Bill, sujétate. Por Dios, sujétate."
--Ha muerto, todos ustedes han muerto, son demasiado viejos, ¿no lo ves? ¡Y
ahora suéltame!
--Vamos, zorra, nunca se es tan viejo que no se pueda bailar el rock.
--¡%Suéltame%!
--Llévame a donde esta él y tal vez te suelte".
("Richie")
Más cerca, ahora estaba más cerca, gracias a Dios...
--"Aquí vengo, Gran Bill. ¡Richie al rescate! ¡Aquí viene Richie, a salvar ese culo
viejo y arrugado! Te debía una por lo de Neibolt Stret, ¿recuerdas"?
--¡"Sueltameeee"!
"Eso" estaba sufriendo y Richie comprendió hasta qué punto la había tomado
por sorpresa. La araña había creído que sólo tendría que lidiar con Bill. Bueno,
mejor así, A Richie no le interesaba matarla de inmediato; ya no estaba seguro de
que se la pudiera matar. Pero a Bill sí lo podía matar, y Richie temió que a su
amigo le quedara muy poco tiempo. Se acercaba ya a una enorme y horripilante
sorpresa en la que era mejor no pensar.
(¡"No, Richie! ¡Vuélvete! ¡Esto es el límite de todo! ¡Los fuegos fatuos"!)
De pronto Bill estaba allí, resbalando a
(¿"la derecha, la izquierda?, allí no había dirección")
un lado u otro. Y más allá de él, acercándose a toda prisa, Richie percibió algo
que, por fin, ahogó su carcajada. Era una extraña barrera no geométrica, que su
mente no podía aprehender. Su cerebro lo tradujo lo mejor que pudo, tal como
había traducido la forma de "Eso" a una araña y Richie lo concibió como una
colosal, muralla gris, hecha de picas de madera fosilizada. Esas picas se
prolongaban eternamente hacia arriba y hacia abajo. Y por entre ellas brillaba una
luz cegadora. "Eso" se movió, fulminante, con una sonrisa y un bramido. La luz
estaba viva.
("los fuegos fatuos")
Más que viva: estaba llena de una fuerza: magnetismo, gravedad, tal vez otra
cosa. Richie se sintió levantado en vilo y luego succionado hacia abajo, algo lo
hacía girar y tiraba de él, como si fuera en canoa por una garganta de veloces
rápidos. Sintió que la luz se movía velozmante en su cara... y la luz estaba
pensando.
"Es "Eso", es "Eso", el resto de "Eso"."
--"Suéltame, prometiste soltarme.
--Ya lo sé, pero a veces miento; mi mamá me pega cuando lo hago, pero mi
papá se ha resignado".
Sintió que Bill iba a los tumbos hacia una de las grietas de la pared. Sintió que
dedos de luz malignos se estiraban hacia él, y con un último esfuerzo
desesperado tendió la mano hacia su amigo.
--¡"Tu mano, Bill! ¡Dame la mano! ¡La mano"! ¡"La mano, maldita sea"!
Bill alargó bruscamente la mano, abriendo y cerrando los dedos, mientras aquel
fuego viviente se retorcía sobre la alianza de Audra en diseños fugaces: ruedas,
medias lunas, estrellas, esvásticas, círculos enlazados que se convertían en
cadenas. La cara de Bill estaba bañada por la misma luz y parecía un tatuaje.
Richie se estiró todo lo posible mientras oía los alaridos de "Eso".