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--¡No la toques, Bill! -chilló Ben.
Bill apartó la mano con un movimiento rápido y brusco, dejando un sitio en carne
viva en su palma, justo debajo de los dedos, que se llenó de sangre. Se levantó,
tambaleante, sin apartar los ojos de la araña.
Se iba trabajosamente, abriéndose paso por la creciente penumbra que reinaba
en la parte trasera de la cámara al desvanecerse la luz. Iba dejando charcos de
sangre oscura a su paso. De algún modo, la confrontación había perforado sus
entrañas en diez, en, cien lugares.
--¡La tela, Bill! -vociferó Mike-. ¡Cuidado!
Bill dio un paso atrás en el momento en que las hebras de la telaraña caían
sobre las lajas a cada lado, como cadáveres de carnosas serpientes blancas. De
inmediato empezaron a perder forma y escurrirse por los resquicios entre las
piedras. La telaraña se deshacía desprendiéndose de sus numerosas ataduras.
Uno de los cadáveres, envuelto como una mosca, cayó al suelo con un horrible
ruido a calabaza podrida.
--¡La araña! -gritó Bill-. ¿Dónde está?
Aún la oía chillar de dolor. Comprendió vagamente que había entrado en el
mismo túnel por donde había arrojado a Bill hacia... Pero ¿entraba allí para huir
hacia el lugar donde había querido enviar a Bill... o para esconderse hasta que
ellos se hubieran ido? ¿Para morir? ¿Para escapar?
--¡Mierda, las luces! -gritó Richie-. ¡Se están apagando las luces! ¿Qué ha
ocurrido, Bill? ¿Adónde has ido? ¡Te dimos por muerto!
En alguna confundida parte de su mente, Bill comprendió que eso no era cierto:
si lo hubieran dado por muerto habrían huido en desbandada y "Eso" los habría
apresado con facilidad, uno a uno. o tal vez era más acertado decir que lo habían
dado por muerto, pero también habrían creído que seguía con vida.
"¡Tenemos que asegurarnos! Si "Eso" está agonizando o si ha vuelto al lugar de
donde vino, donde está el resto de ella, todo está bien. Pero ¿y si sólo está
herida? ¿Y si se cura? ¿Qué...?"
El chillido de Stan se abrió paso dolorosamente entre sus pensamientos. Bajo la
luz menguante, Bill vio que una de las hebras de la telaraña le había caído sobre
el hombro. Antes de que Bill pudiera llegar hasta él, Mike se arrojó hacia Stan,
apartándolo. El fragmento de telaraña cayó hacia atrás, llevándose un trozo de la
camiseta de Stan.
--¡Retroceded! -gritó Ben-. ¡Apartaos, se está cayendo!
Cogió a Beverly de la mano y tiró de ella hacia la puertecita mientras Stan se
levantaba dificultosamente y, después de dirigir alrededor una mirada aturdida,
aferraba a Eddie. Los dos echaron a andar hacia Ben y Beverly ayudándose
mutuamente; parecían fantasmas bajo la luz menguante.
Allá arriba, la telaraña se derrumbaba perdiendo su temible simetría. Los
cadáveres giraban perezosamente en el aire, como plomadas. Las hebras
transversales caían como peldaños podridos de un complejo de escalerillas. Los
filamentos rotos golpeaban contra las lajas, siseaban, perdían forma y empezaban
a fundirse.
Mike Hanlon avanzó en zigzag por entre ellos, tal como más tarde avanzaría
entre los miembros del equipo adversario, en el instituto, con la cabeza gacha,
esquivando. Richie se reunió con él. curiosamente reía, aunque tenía el pelo de