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2. Bill en el vacío, antes.
3.
--¿Quién eres y por qué vienes a mí?
--Soy Bill Denbrough. Ya sabes quién soy y por qué he venido. Mataste a mi
hermano y he venido a matarte. Te equivocaste al elegirlo a él, hija de puta.
--Soy eterna, soy la Devoradora de Mundos.
--¿Ah, sí? Pues se te ha acabado la comida.
--Tú no tienes poder; el poder está aquí, siente el poder, y después veremos si
vuelves a hablar de matar a la Eterna. ¿Crees verme a mí? ¡Ven, entonces! ¡Ven!
¡Ven!
Arrojado...
("castiga")
No, arrojado no, disparado, disparado como una bala humana, como la Bala
Humana del circo que llegaba a Derry en mayo todos los años. Se vio levantado y
lanzado al otro lado de la cámara. "esto sólo ocurre en mi mente -aulló para sí-. Mi
cuerpo sigue allí, de pie, cara a cara con "Eso", sé valiente, es sólo un truco
mental, sé valiente, resiste, resiste..."
("exhausto")
Hacia adelante, rugiendo, disparado por un túnel negro y chorreante de azulejos
que tendrían cincuenta años de antigüedad, o cien, mil, un millón, volando en
mortífero silencio por intersecciones, algunas iluminadas por ese fuego verde
amarillento, retorcido, y otras por globos relumbrantes llenos, de una
fantasmagórica luz blanca, y otros muertos y negros. Fue arrojado a una velocidad
de mil quinientos kilómetros por hora, pasando junto a un montón de huesos,
algunos humanos, otros no, como un dardo propulsado por cohetes por un túnel
de viento, que ahora iba hacia arriba, pero no hacia la luz, sino hacia la oscuridad,
una oscuridad titánica
("el poste")
y estalló hacia fuera, hacia una negrura total, la negrura era todo, la negrura era
el cosmos y el universo y el suelo de la negrura era duro, era como ebonita pulida,
y él se deslizaba sobre el pecho y el vientre y los muslos como un peso en una
lanzadera. Estaba en el suelo del salón de baile de la eternidad, y la eternidad era
negra.
("tosco y recto").
--Basta ya, ¿por qué lo dices? Nada te salvará, niño estúpido.
("¡e insiste, infausto, que ha visto los espectros!")
--¡Basta ya!
(¡"Castiga exhausto el poste tosco y recto e insiste infausto que ha visto los
espectros!")
--¡Basta ya! ¡Basta! Exijo, ordeno, que termines ya.
("No te gusta, ¿verdad?")
Y piensa: "Si pudiera al menos decirlo en voz alta, decirlo sin tartamudear,
podría romper esta ilusión..."
--Esto no es una ilusión, niño estúpido; "es la eternidad. Mi eternidad, y estás
perdido en ella, perdido para siempre. Nunca hallarás el camino de regreso; ahora