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de maravillarse ante sus gruesas uñas, que eran de un extraño color amarillo
                azulado; en cada una nadaban galaxias enteras.
                   --"Por favor, tú eres buena, siento y creo que eres buena. Te suplico ayuda.
                   --Tú ya lo sabes. No tienes sino Chüd y a tus amigos.
                   --Por favor, oh, por favor.
                   --Hijo, tienes que golpear exhausto el poste tosco y recto e insistir infausto que
                has visto los espectros... es todo lo que puedo decirte. Una vez te metes en una
                mierda cosmológica como ésta, tienes que tirar el manual de instrucciones".
                   La voz de la Tortuga estaba desapareciendo. Ya la había dejado atrás, sumido
                en una oscuridad más profunda que lo profundo. La voz de la Tortuga estaba
                siendo sofocada, superada, por la voz alegre y parloteante de la Cosa que lo
                había arrojado hacia ese vacío negro: la voz de la araña, de "Eso".
                   --¿"Qué te parece esto, amiguito?, ¿te gusta?, ¿le das una buena puntuación
                porque tiene un ritmo muy bailable?, ¿puedes sujetarlo con las amígdalas y
                sacudirlo a derecha e izquierda?, ¿te ha gustado mi amiga la Tortuga? Yo creía
                que esa vieja estúpida había muerto hacía años. Además, para qué te sirvió.
                ¿Creías que podía ayudarte?
                   --No no no castiga exhausto no c-ccast-t-t-t- no
                   --¡Basta de cháchara! Hay poco tiempo; hablemos mientras sea posible.
                Háblame de ti, amiguito... Dime, ¿te gusta la fría oscuridad de aquí fuera?, ¿estás
                disfrutando de este recorrido por la nada que se extiende fuera? ¡Ya verás cuando
                pases al otro lado, amiguito! ¡Ya verás cuando cruces a donde estoy yo! ¡Espera!
                ¡Espera a ver los fuegos fatuos! Los verás y te volverás loco... pero vivirás... y
                seguirás viviendo..., dentro de ellos ... dentro de Mí".
                   "Eso" aullaba de venenosa risa y Bill notó que su voz empezaba a borrarse y a
                crecer, como si a un tiempo estuviera alejándose de su alcance... y precipitándose
                hacia él. ¿Y no era eso, exactamente, lo que estaba ocurriendo? Tuvo la
                impresión de que así era. Porque, si bien las voces mantenían una sincronización
                perfecta, la que en ese momento estaba más cerca era totalmente extraña;
                pronunciaba sílabas que ninguna lengua, ninguna garganta humana podía
                reproducir. Bill se dijo que era la voz de los fuegos fatuos.
                   --"Queda poco tiempo; hablemos mientras podamos".
                   Su voz humana se borraba como se borran las emisoras de radio de Bangor
                cuando uno viaja en coche hacia el Sur. Bill se llenó de un terror intenso,
                quemante. Muy pronto estaría más allá de toda comunicación cuerda con "Eso"...
                y una parte de él comprendía que, a pesar de toda su risa, de su extraña alegría,
                "Eso" no deseaba otra cosa. No le bastaba con enviarlo al sitio donde estaba,
                cualquiera que fuese, sino que necesitaba romper la comunicación mental. Si eso
                se interrumpía, Bill sería totalmente aniquilado. Quedar sin comunicación era
                quedar sin salvación; él lo sabía por la forma en que sus padres se habían
                comportado con él a partir de la muerte de George. Era la única lección aprendida
                de esa frialdad de nevera.
                   Distanciarse de "Eso"... y aproximarse a "Eso". Pero el distanciarse era, de algún
                modo, más importante. Si "Eso" quería comer niños ahí fuera, ¿por qué no los
                enviaba a todos allí? ¿Por qué sólo a él? Porque "Eso" tenía que deshacerse de
                su yo-araña. De algún modo, el "Eso" araña y el "Eso" de los fuegos fatuos
                estaban vinculados. Aquello que vivía en la oscuridad podía ser invulnerable
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