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Bill escuchó el sonido distante del agua. Trató de concebir la idea que Eddie,
que todos ellos tenían derecho a exigirle. En efecto, él los había metido en eso y
era responsabilidad suya sacarlos de allí. No se ocurrió nada. Nada.
--Tengo una idea -dijo Beverly en voz baja.
Bill oyó un ruido que no pudo identificar de inmediato. Un sururro leve, que no
daba miedo. Luego, algo más fácil de reconocer: una cremallera. "¿Qué...?",
pensó. Y de pronto se dio cuenta: ella se estaba desnudando. Por algún motivo,
Beverly se estaba desnudando.
--¿Qué estás haciendo? -preguntó Richie, y su voz espantada se quebró en la
última palabra.
--Hay algo que sé -dijo Beverly en la oscuridad. A Bill le pareció que su voz
sonaba como si ella fuese mayor-. Lo sé porque me lo dijo mi padre. Sé cómo
hacer para que volvamos a estar juntos. Porque si no estamos juntos no
saldremos jamás.
--¿Qué? -preguntó Ben, aturdido y aterrorizado-. ¿De qué estás hablando?
--De algo- que nos unirá para siempre. Algo que demostrará....
--¡N-n-no, B-B-Beverly! -exclamó Bill, comprendiéndolo todo.
--...que demostrará cuánto os amo a todos -terminó ella-, y que todos sois mis
amigos.
--¿De qué está hablando esta ch...? -empezó Mike.
Beverly, interrumpió sus palabras.
--¿Quién será el primero? -preguntó-. Creo que
8. En la madriguera de Eso, 1985.
se está muriendo -sollozó Beverly-. El brazo, le comió el brazo...
Alargó la mano hacia Bill y lo aferró, pero Bill dio un respingo.
--¡"Eso" se está escapando otra vez! -aulló. - Tenía sangre en los labios y en el
mentón-. ¡Va-va-vamos! ¡Richie! ¡Ben! ¡E-e-esta ve-vez tenemos q-q-que
liquidarlo!
Richie sujetó a Bill y lo miró como se mira a quien está delirando.
--Bill, tenemos que ocuparnos de Eddie. Tenemos que ponerle un torniquete y
sacarlo de aquí.
Pero Beverly ya estaba sentada en el suelo, con la cabeza de Eddie en el
regazo, y lo acunaba. Le había cerrado los ojos.
--Ve con Bill -dijo-. Si dejáis que muera por nada... si "Eso" vuelve dentro de
veinticinco años, de cincuenta, aunque sea dentro de dos mil años, juro que...
perseguiré al espíritu de cada uno de vosotros. ¡Iros!
Richie la miró por un momento, indeciso. Luego cobró conciencia de que su cara
se estaba desdibujando; ya no era una cara, sino una forma pálida en las
sombras. La luz languidecía. Eso lo obligó a tomar una decisión.
--Está bien -dijo a Bill-. Esta vez lo perseguiremos.
Ben estaba de pie detrás de la telaraña, que había comenzado a desprenderse
otra vez. También había visto la silueta que se balanceaba allá arriba y rogaba
que Bill no la viera.
Pero en el momento en que la tela empezaba a caer, hebra a hebra, Bill la vio.