Page 756 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 756
--No creo que haya sido exactamente como... bueno, como dicen los chicos más
grandes, ya me entiendes. Pero fue... realmente hubo algo. -Habla en voz baja
para que los otros no oigan-. Te amo, Bevvie.
En ese punto, su conciencia se pierde un poco. Está segura de que siguen
hablando, pero no sabe qué se dicen. No importa. ¿Tendrá que convencerlos a
todos, una y otra vez? Probablemente sí. pero no importa. Es preciso
convencerlos de que acepten ese vínculo humano esencial entre el mundo y el
infinito, el único sitio donde el torrente sanguíneo toca la eternidad. No importa. Lo
que importa es el amor y el deseo. Aquí, en la oscuridad, se puede hacer como en
cualquier otra parte. Quizá mejor que en muchas otras.
Mike se acerca a ella; después, Richie, y el acto se repite. Ahora Beverly siente
cierto placer, un difuso calor en su sexo infantil, aún no maduro. Cierra los ojos
cuando le toca el turno a Stan y piensa en los pájaros, la primavera y los pájaros, y
los ve una y otra vez, todos posándose al mismo tiempo, colmando los árboles
despojados por el invierno, jinetes de la estación más cruda, los ve alzar el vuelo
una y otra vez, y el aleteo es como el flameo de las sábanas en la cuerda. Y
piensa: "Dentro de un mes, todos los niños del parque Derry tendrán cometas y
correrán para que los cordeles no se enreden entre sí." Vuelve a pensar: "Así es
volar."
Con Stan, como con los otros, experimenta ese melancólico momento de
desvanecimiento, de abandono; lo que verdaderamente necesitan de ese acto,
algo definitivo, está muy cerca, pero aún no lo han descubierto.
--¿Lo has hecho? -pregunta a Stan.
Aunque no sabe exactamente a qué se refiere, sabe que él no lo ha hecho.
Hay una larga pausa.
Luego toca turno a Ben. Tiembla de pies a cabeza, pero no es el temblor
temeroso de Stan.
--No puedo hacerlo, Beverly -dice él, tratando de sonar a razonable, aunque
suena a cualquier cosa menos a eso.
--Sí, puedes. Lo siento.
Y lo siente, sí. Beverly lo siente bajo la suave presión de su barriga. El tamaño,
del pene le despierta cierta curiosidad y lo toca levemente. Él jadea contra su
cuello; el soplo de su aliento le provoca en el cuerpo desnudo carne de gallina.
Experimenta la primera torsión de calor auténtico; de pronto, su sentimiento es
demasiado grande; lo reconoce demasiado grande
("y también su pene es demasiado grande, ¿podrá recibirlo en ella"?)
y demasiado adulto para ella, como si el sentimiento lo hiciera mejor. Es como
los M-80 de Henry: algo que no se hizo para los chicos, algo que puede estallarte
en las manos. Pero no es momento ni lugar para preocuparse. Allí hay amor y
deseo, y la oscuridad. Si no tratan de alcanzar las dos primeras cosas, sin duda se
que darán en la última.
--Beverly, no...
--Sí.
--Yo....
--Enséñame a volar -dice ella con una calma que no siente, notando que él se ha
echado a llorar-. Enséñame, Ben.
--No....