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Raytheon, que debía iniciar la construcción de su planta de Derry en julio, ha
decidido construir en Waterville. El editorial del "Derry News" expresa fastidio y,
según creo haber leído entre líneas, un poco de miedo.
Creo que sé cuál es la idea de Bill. Tendrá que actuar pronto, antes de que este
lugar pierda el resto de la magia, si ya no la ha perdido.
Creo que lo que pensé antes no era tan paranoico. Los nombres y las
direcciones de los otros, anotados en mi agenda, se están borrando. El color y la
cualidad de la tinta hacen que esas anotaciones parezcan escritas cincuenta o
sesenta años antes que las otras. Esto ha ocurrido en los cuatro o cinco últimos
días. Estoy convencido de que, cuando llegue septiembre, sus nombres habrán
desaparecido por completo,
Supongo que podría conservarlos copiándolos una y otra vez. Pero también
estoy convencido de que se borrarían a su debido tiempo y muy pronto podría
convertirse en un ejercicio inútil, como el de escribir quinientas veces "No debo
hablar en clase". Sería copiar nombres que no significaran nada por un motivo que
ya no recordaría.
Dejémoslo desaparecer.
Bill, actúa pronto... ¡Pero con cuidado!
9 de junio de 1985.
Desperté en medio de la noche a causa de una pesadilla terrible que no podía
recordar. Tuve pánico. No podía respirar. Cogí el timbre de llamada y no pude
usarlo. Tenía una visión espantosa: que Mark Lamonica acudía a mi llamada con
una hipodérmica... o Henry Bowers con su navaja.
Tomé mi agenda de direcciones y llamé a Ben Hanscom a su casa de
Nebraska... La dirección y el número aún era legibles. No hubo nada que hacer.
Me respondió una grabación de la compañía telefónica anunciándome que ese
número había sido cancelado.
¿Qué pasaba con Ben? ¿Era gordo o cojeaba, o algo así?
No pude conciliar el sueño hasta el amanecer.
10 de junio de 1985.
Me han dicho que mañana podré volver a casa.
Llamé a Bill y se lo dije. Supongo que deseaba advertirle que cada vez tiene
menos tiempo. Bill es el único a quien recuerdo con claridad, y estoy convencido
de que él sólo me recuerda a mí con claridad. Porque ambos estamos todavía
aquí, en Derry, supongo.
--Está bien -dijo-. Para mañana te dejaremos la casa libre.
--¿Sigues con tu idea?
--Sí. Creo que ha llegado el momento de intentarlo.
--Ten cuidado.
Rió y dijo algo que no acabé de entender: