Page 184 - La sangre manda
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que  si  no  creías,  probablemente  moriríamos,  y  que  en  ese  caso  el  visitante

               seguiría adelante, utilizando las caras de otros hombres que cargarían con la
               culpa cuando muriesen más niños.
                    Menea la cabeza, incluso deja escapar una breve risa.
                    —Hablé como uno de esos predicadores evangelistas que exhortan a los

               incrédulos a acercarse a Jesús, ¿no? Pero ahora soy yo la que intenta no creer.
               La que intenta decirse que ya está otra vez Holly Gibney con sus paranoias,
               sobresaltándose ante cada sombra igual que antes de que Bill apareciera en mi
               vida y me enseñara a ser valiente.

                    Holly respira hondo.
                    —El hombre que me preocupa se llama Charles Ondowsky, aunque se lo
               conoce como Chet. Es periodista de televisión, y su especialidad son lo que él
               llama  las  tres  ces:  crimen,  comunidad  y  fraude  al  consumidor.  En  efecto,

               informa sobre asuntos de la comunidad, cosas como la colocación de primeras
               piedras y la mayor venta de garaje del mundo, e informa sobre fraude a los
               consumidores…,  incluso  hay  una  sección  en  el  noticiario  nocturno  de  su
               cadena titulada Chet de Guardia…, pero sobre todo informa de crímenes y

               catástrofes. Tragedia. Muerte. Dolor. Y si todo eso no te recuerda al visitante
               que  mató  al  niño  en  Flint  City  y  las  dos  niñas  en  Ohio,  me  sorprendería
               mucho. Me asombraría, de hecho.
                    Detiene  la  grabación  el  tiempo  suficiente  para  tomar  un  largo  trago  de

               ginger ale —tiene la garganta tan seca como el desierto— y suelta un sonoro
               eructo que la hace reír. Sintiéndose un poco mejor, Holly pulsa el botón de
               grabación e inicia su informe, tal como haría cuando investiga cualquier caso:
               recuperación de objetos impagados, perros perdidos, un vendedor de coches

               sisando  seiscientos  dólares  por  aquí,  ochocientos  por  allá.  Le  proporciona
               alivio. Es como desinfectar una herida que ha empezado a presentar una rojez
               menor pero preocupante.



























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