Page 185 - La sangre manda
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15 de diciembre de 2020







               Cuando  Holly  despierta  a  la  mañana  siguiente,  se  siente  como  nueva,

               dispuesta a trabajar y también a dejar atrás a Chet Ondowsky y sus paranoicas
               sospechas sobre él. ¿Fue Freud o Dorothy Parker quien dijo en una ocasión
               que a veces un puro es solo un puro? Lo dijera quien lo dijese, a veces una
               mancha oscura junto a la boca de un periodista es solo vello o suciedad que

               parece vello. Ralph le diría eso si llegaba a escuchar su grabación, cosa que
               casi con toda certeza no ocurriría. Pero cumplió su cometido; hablando, se le
               habían aclarado las ideas. En ese sentido fue como sus sesiones de terapia con
               Allie. Porque si de algún modo Ondowsky podía metamorfosearse en George,

               el autor del atentado, y después volver a metamorfosearse en sí mismo, ¿por
               qué había de dejarse una pequeña porción del bigote de George? La idea era
               absurda.
                    O el asunto del Subaru verde. Sí, es de Chet Ondowsky, de eso no le cabe

               la menor duda. Dio por sentado que él y su cámara (Fred Finkel, se llama,
               averiguarlo fue pan comido, no necesitó a Jerome para nada) viajaban juntos
               en la unidad móvil de la cadena, pero eso era una suposición más que una
               deducción,  y  Holly  cree  que  el  camino  al  infierno  está  pavimentado  de

               suposiciones deficientes.
                    Ahora, con la mente descansada, comprende que la decisión de Ondowsky
               de  viajar  solo  es  del  todo  razonable  y  del  todo  inocente.  Es  el  periodista
               estelar de la filial de una gran cadena de televisión. Es Chet de Guardia, por

               amor de Dios, y como tal puede levantarse un poco más tarde que la plebe,
               quizá dejarse caer por los estudios, y después disfrutar de un café y una tarta
               en su restaurante preferido mientras Fred, su fiel cámara, va a Eden a hacer su
               trabajo de edición B-roll (como aficionada al cine, Holly sabe que lo llaman

               así)  y  quizá  incluso  —si  Fred  aspira  a  ascender  en  la  jerarquía  del
               departamento  de  informativos—  a  preentrevistar  a  aquellos  con  quienes
               Ondowsky tendrá que hablar cuando presente su mayor venta de garaje del
               mundo en las noticias de la seis.

                    Solo Ondowsky recibe el comunicado, quizá a través de la emisora de la
               policía, sobre la explosión en el colegio y sale a toda prisa hacia el lugar de
               los  hechos.  Fred  Finkel  hace  lo  mismo,  al  volante  de  la  unidad  móvil.



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