Page 186 - La sangre manda
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Ondowsky aparca junto a esa ridícula piña, y es ahí donde Finkel y él se
ponen a trabajar. Todo perfectamente explicable, sin necesidad de aplicar
elementos sobrenaturales. Aquí el problema es solo que una investigadora
privada, a cientos de kilómetros de distancia, sufre casualmente del síndrome
del Ford azul.
Voilà.
Holly tiene un gran día. Rattner, ese as del crimen, ha sido localizado por
Jerome en un bar que lleva el asombroso nombre (al menos para Holly) de
Edmund Fitzgerald y conducido a los calabozos del condado por Pete
Huntley. Pete está en estos momentos en el concesionario Toomey, donde se
careará con Richard Ellis.
Barbara Robinson, la hermana de Jerome, se pasa por la oficina y dice a
Holly (con cierta suficiencia) que le han dado permiso para saltarse las clases
de la tarde porque está preparando un trabajo titulado «Investigación privada:
realidad frente a ficción». Hace unas cuantas preguntas a Holly (grabando las
respuestas en su propio teléfono) y luego ayuda a Holly con el archivo. A las
tres, se acomodan para ver John Law.
—Este tío me encanta, es un vacilón —comenta Barbara mientras el juez
Law se encamina bailoteando hacia el estrado.
—Pete no está de acuerdo —dice Holly.
—Ya, pero es que Pete es blanco —contesta Barbara.
Holly la mira con los ojos muy abiertos.
—Yo también soy blanca.
Barbara deja escapar una risita.
—Bueno, están los blancos y están los verdaderamente blancos. Y eso es
el señor Huntley.
Se ríen juntas y luego ven al juez Law ocuparse de un allanador de
morada que sostiene que no ha hecho nada, que solo es víctima de los clichés
raciales. Holly y Barbara cruzan una de sus miradas telepáticas: cómo no.
Luego prorrumpen otra vez en risas.
Un muy buen día, y Chet Ondowsky apenas asoma a la mente de Holly
hasta que suena el teléfono esa tarde a las seis, justo cuando se dispone a ver
Desmadre a la americana. Esa llamada, del doctor Carl Morton, lo cambia
todo. Al colgar, Holly hace su propia llamada. Al cabo de una hora recibe
otra. Toma notas en las tres.
A la mañana siguiente va de camino a Portland, en Maine.
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