Page 245 - La sangre manda
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—Ni mucho menos. Gracias. Señora Braddock, mi madre ha llamado para

               decirme que mi tío ha tenido un accidente.
                    La señora Braddock se ríe.
                    —¡Ha  evitado  uno,  más  bien!  He  llamado  a  su  madre  para  contárselo.
               Puede que el estado mental de su tío se haya deteriorado un poco, pero desde

               luego anda muy bien de reflejos.
                    —¿Qué ha pasado?
                    —Durante  el  primer  día,  poco  más  o  menos,  se  negó  a  salir  de  su
               habitación —explica la señora Braddock—, pero eso no tiene nada de raro.

               Los recién llegados siempre sienten desorientación, y a menudo angustia. A
               veces  mucha  angustia,  y  en  esos  casos  les  administramos  algo  para
               tranquilizarlos un poco. En el caso de su tío, no fue necesario, y ayer salió por
               iniciativa  propia  y  se  sentó  en  el  salón  de  día.  Incluso  ayudó  a  la  señora

               Hatfield con su rompecabezas. Vio el programa de ese juez loco que a él le
               gusta…
                    John Law, piensa Holly, y sonríe. Apenas se da cuenta de que mira una y
               otra vez por los retrovisores para asegurarse de que Chet Ondowsky («Soy

               muy rápido») no acecha.
                    —… se sirve un tentempié.
                    —¿Cómo  dice?  —pregunta  Holly—.  He  perdido  la  conexión  unos
               segundos.

                    —Decía  que  cuando  terminó  el  programa,  algunos  de  ellos  fueron  al
               comedor, donde por la tarde se sirve un tentempié. Su tío acompañaba a la
               señora Hatfield, que tiene ochenta y dos años y un andar poco estable. El caso
               es que ella tropezó, y podría haber sufrido una mala caída de no ser porque

               Henry la sujetó. Sarah Whitlock, una de nuestras ayudantes de enfermera, dijo
               que reaccionó muy deprisa. «Como un rayo», fueron sus palabras textuales.
               La cuestión es que, al sostener el peso de ella, se cayó contra la pared, donde
               hay  un  extintor.  Por  una  ley  estatal,  ¿sabe?  Le  ha  salido  un  hematoma

               considerable,  pero  es  posible  que  salvara  a  la  señora  Hatfield  de  una
               conmoción cerebral o algo peor. Es una mujer muy frágil.
                    —¿El tío Henry no se rompió nada? ¿Al golpearse contra el extintor?
                    La señora Braddock vuelve a reírse.

                    —¡No, por Dios!
                    —Menos mal. Dígale a mi tío que es mi héroe.
                    —Se lo diré. Y felices fiestas una vez más.
                    —Holly soy y contenta estoy —dice, una chirriante rima que aprendió a

               los doce años y viene utilizando desde entonces por estas fechas.




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