Page 246 - La sangre manda
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Pone fin a la llamada en medio de las risas de la señora Braddock y
después, con los brazos cruzados ante el escaso pecho y la frente arrugada en
actitud pensativa, fija la mirada en la anodina fachada lateral de ladrillo del
Holiday Inn Express. Toma una decisión y telefonea a su madre.
—¡Ah, Holly, por fin! ¿Dónde te habías metido? ¿No tengo ya suficiente
con preocuparme por mi hermano para además tener que preocuparme por ti?
Surge una vez más el deseo de decir «Lo siento», y de nuevo se recuerda
que no tiene nada de que disculparse.
—Estoy perfectamente, mamá. En Pittsburgh…
—¡Pittsburgh!
—… pero puedo estar en casa dentro de poco más de dos horas, si el
tráfico es fluido y Avis me permite devolver el coche allí. ¿Está preparada mi
habitación?
—Siempre está preparada —responde Charlotte.
Claro que sí, piensa Holly. Porque al final recobraré la razón y volveré.
—Estupendo —dice Holly—. Llegaré a la hora de cenar. Podemos ver un
rato la televisión y mañana ir a visitar al tío Henry, si eso es…
—¡Estoy muy preocupada por él! —exclama Charlotte.
Pero no tan preocupada como para subirte al coche e ir allí, piensa Holly.
Porque la señora Braddock te ha llamado y lo sabes. Esto no tiene nada que
ver con tu hermano; tiene que ver con someter a tu hija. Ya es tarde para eso,
y creo que en el fondo de tu alma lo sabes, pero no dejarás de intentarlo.
También eso es una posición por defecto.
—Seguro que está bien, mamá.
—Eso dicen ellos, pero ¿qué van a decir? Esos sitios siempre están en
guardia por miedo a las demandas.
—Lo visitaremos y lo veremos con nuestros propios ojos —dice Holly—.
¿De acuerdo?
—Sí, supongo. —Una pausa—. Imagino que te marcharás después de la
visita, ¿no? Volverás a esa ciudad. —Subtexto: esa Sodoma, esa Gomorra, ese
nido de pecado y degradación—. Pasaré la Navidad sola mientras tú cenas
con tus amigos. —Incluido ese joven negro que parece que le dé a las drogas.
—Mamá. —A veces a Holly le entran ganas de gritar—. Los Robinson
me invitaron hace semanas. Poco después de Acción de Gracias. Te lo dije, y
te pareció bien. —En realidad, Charlotte dijo: «Bueno, supongo, si te sientes
obligada».
—Por entonces pensaba que Henry aún estaría aquí.
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