Page 247 - La sangre manda
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—Bueno, ¿y si me quedo también el viernes por la noche? —Puede hacer
eso por su madre, y también puede hacerlo por sí misma. Está convencida de
que Ondowsky es muy capaz de averiguar dónde vive en la ciudad y
presentarse allí, veinticuatro horas antes y decidido a asesinarla—. Podríamos
celebrar la Navidad por adelantado.
—Eso sería estupendo —dice Charlotte, más animada—. Puedo preparar
pollo asado. ¡Y espárragos! ¡Te encantan los espárragos!
Holly detesta los espárragos, pero de nada le serviría decírselo a su madre.
—Me parece bien, mamá.
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Holly llega a un acuerdo con Avis (con un cargo adicional, por supuesto) y
sale a la carretera, donde solo se detiene una vez, para llenar el depósito,
comerse un sándwich de pescado en McDonald’s y hacer un par de llamadas.
Sí, dice a Jerome y a Pete, ya ha acabado con su asunto personal. Pasará casi
todo el fin de semana con su madre y visitará a su tío en su nueva residencia.
El lunes de vuelta al trabajo.
—A Barbara le molan las películas —informa Jerome—, pero, según ella,
solo salen blancos. Dice que, viéndolas, cualquiera pensaría que no existen
personas negras.
—Dile que lo comente en su trabajo —aconseja Holly—. Cuando tenga
ocasión, le pasaré Shaft. Ahora tengo que ponerme otra vez en marcha. Hay
mucho tráfico, aunque no me explico adónde va toda esa gente. He ido a un
centro comercial, y estaba medio vacío.
—Van a ver a sus parientes, como tú —dice Jerome—. Los parientes son
lo único que Amazon no puede entregar.
Cuando Holly se incorpora a la I-76, piensa que sin duda su madre le
habrá comprado regalos de Navidad, y ella no tiene nada para Charlotte. Ya
imagina la expresión de mártir en la cara de su madre cuando se presente con
las manos vacías.
Se detiene, pues, en el siguiente centro comercial, pese a que eso implica
que llegará a casa de noche (odia conducir después de que oscurezca), y
compra a su madre unas zapatillas y un bonito albornoz. Tiene en cuenta
guardar el comprobante de compra para cuando Charlotte le diga que se ha
equivocado de talla.
De nuevo en la carretera, y a salvo dentro de su coche de alquiler, Holly
respira hondo y expulsa el aire con un grito.
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