Page 299 - La sangre manda
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—Una novela.
Lucy dejó el bocadillo de pan de centeno con jamón y queso.
—¡Vaya!
Lo que ocurrió después del incendio en el que estuvieron a punto de
perder la casa no lo describieron como crisis nerviosa, pero es lo que fue. No
tan grave como podría haber sido, pero él perdió medio semestre de clases
(por suerte, era titular de la plaza) y si recuperó el equilibrio fue gracias a dos
sesiones semanales de terapia, unas pastillas mágicas y la inquebrantable fe
de Lucy en que se recobraría. Aparte de los niños, claro. Los niños
necesitaban a un padre que no viviera atrapado en el interminable bucle de
debo acabar y no puedo acabar.
—Esta es distinta. Está todo ahí, Lucy. Envuelto para regalo, como quien
dice. ¡Será como escribir al dictado!
Ella se limitó a mirarlo con el ceño fruncido.
—Si tú lo dices.
—Oye, este año no hemos alquilado la cabaña de mi padre, ¿verdad?
Ya no se la veía solo preocupada, sino también alarmada.
—Hace años que no la alquilamos. Desde la muerte del viejo Bill. —El
viejo Bill Colson era el que cuidaba la casa, ya desde los tiempos de los
padres de Drew—. No estarás pensando…
—Pues sí, pero solo un par de semanas. Tres como mucho. Para arrancar.
Puedes pedir a Alice que venga a ayudarte con los niños, ya sabes que le
encanta estar aquí y que los niños adoran a su tía. Volveré a tiempo de repartir
caramelos contigo en Halloween.
—¿No puedes escribir aquí?
—Claro que sí. En cuanto tenga el principio avanzado. —Se llevó las
manos a la cabeza como quien tiene una intensa jaqueca—. Las primeras
cuarenta páginas en la cabaña, solo eso. O tal vez sean ciento cuarenta, así de
rápido podría ir. ¡La veo! ¡La veo entera! —Repitió—: Será como escribir al
dictado.
—Tengo que pensármelo —dijo ella—. Y tú, también.
—De acuerdo, lo pensaré. Ahora cómete el bocadillo.
—De pronto he perdido el apetito —contestó Lucy.
Drew no lo había perdido. Comió el resto del suyo y luego casi todo el de
ella.
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