Page 147 - Extraña simiente
P. 147
—Me siento capaz de vivir aquí. Contigo. Siento que podemos vivir aquí,
juntos.
—¿Y qué pasa con todo lo que ha ocurrido?
—Es el pasado, Paul. Todo eso ha quedado atrás. Es doloroso recordarlo,
no creas que no me doy cuenta de ello. Es muy doloroso, pero…,
justamente…, hay que acordarse de ello. Hay que intentar recordarlo
objetivamente.
—¿Y tú puedes hacer eso, Rachel?
—Voy a intentarlo.
—¿De verdad?
—Sí, cuando pueda. Y necesito tu ayuda.
—¿Mi ayuda?
—Necesito que me guíes. Suena tonto, ya lo sé, lo siento. Pero es
exactamente eso lo que quiero de ti. Es lo que siento que tú puedes darme,
aunque no te des cuenta de ello.
—¡Ah! A partir de ahora, llámame «Reverendo Griffin».
—Hablo en serio, Paul… Por favor…, no bromees.
—Perdona.
Hubo una larga pausa.
—¿Te sorprende, Paul?
—Si me sorprendo… ¿de qué?
—Este… repentino cambio de mi actitud.
—Bueno, no ha sido tan repentino. Podía verlo venir…, lo vi venir. Tú, en
cambio, es muy probable que ni siquiera te dieras cuenta de lo que te ocurría.
Supongo que necesitabas que te convencieran. Que te convencieras a ti
misma. Esto suena muy críptico, ¿verdad?, pero así es. Si te quedas aquí lo
suficiente, a pesar de todo, el lugar te prende.
—Sí, ya lo sé. Se convierte…
—Y, la verdad, pensándolo bien, es mil veces mejor que Nueva York. Ya
verás, solucionaremos todos los problemas que todavía tenemos. No es más
que una cuestión de tiempo.
—Bueno, donde quiera que vayamos, siempre tendremos problemas, Paul.
No es una cuestión de intensidad, sino de qué tipo de problemas se trata. Y
creo que prefiero el tipo con el que nos enfrentamos ahora.
—Me alegra oírlo. De verdad. Porque tenemos todos los problemas del
mundo.
—Ya lo sé.
—¿Lo sabes?
Página 147