Page 180 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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Polibio tenía que encontrar una explicación convincente a las pri
meras derrotas de los romanos en Hispania y un medio de glorificación
de la figura de Escipión. Así nos describe a éste recomendando a sus
tropas confiar en sí mismas en todo momento:
Porque los romanos no habían sido derrotados nunca por la potencia de
los cartagineses sino por la traición de los iberos... (X, 6,2).
La misma idea la desarrolla el historiador de Megalopolis más ade
lante:
Hacía ya tiempo que Indíbil y Mandonio, los dos reyezuelos más podero
sos de Hispania en aquella época y considerados como los amigos más fíeles
de los cartagineses, andaban maquinando a escondidas y esperando la ocasión
de abandonarlos desde aquella oportunidad en que Asdrúbal, amparándose en
el pretexto de asegurarse su fidelidad, les había exigido como rehenes una
gran suma de dinero, sus mujeres y sus hijos. Parecióles aquél el momento
oportuno: sacaron sus tropas del campamento de los cartagineses y se retira
ron a unos lugares elevados y capaces de ponerlos a cubierto;60 esta deserción
fue seguida de la de otros muchos iberos, quienes, disgustados por la altanería
de los cartagineses, no esperaban más que la primera ocasión para hacer públi
cas sus intenciones (X, 35).
En definitiva, Polibio no pretende comprender lo hispano, a los pue
blos hispanos, sino que los subordina al papel de Roma; son únicamen
te una pieza más del esplendor de la Roma conquistadora. Todo ello
cuadra con la concepción historiográfica esencialmente política. Pese a
todo, en otro lugar, se ve obligado a reconocer el gran valor y el auxilio
que prestaron los hispanos a uno y otro bando. Más aún ensalzará la
figura de Escipión Emiliano sobre los soldados romanos que evadían el
servicio militar en España, pues eran infinidad de romanos los que caían
en la lucha ante el valor y arrojo de los celtíberos.61 He aquí un ejemplo
de cómo trata Polibio las intervenciones de los pueblos autóctonos ibé
ricos:
Aníbal, cogido el mando, marchó enseguida a someter a los olcades, llegó
a su ciudad más importante, Althea, donde acampó; los demás pueblos aterra
dos por este hecho, se entregaron a los cartagineses. Estableció una contribu
ción para estas ciudades, y, dueño de grandes riquezas, marchó a invernar a
60 P. Fraccaro, «Polibio e l’accampamento romano», Athenaeum, 1934,154-161.
61 Pol. XXXV, 2.