Page 193 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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M ito s g rieg o s e H is to rio g ra fía  A n tig u a       207

     proyecto de eternidad. La comprensión de lo divino equivale a una
     comprensión del mundo.17 El camino hacia la a-temporalidad (la eter­
     nidad) es la historia (la temporalidad que mide lo experienciable).
        Desde  la óptica opuesta -el  materialismo  dialéctico- la visión
     providencialista de la Historia es insostenible: no es sino la continua­
     ción de la intervención de lo mítico en el desarrollo de los aconteci­
     mientos.18 La intemporalidad afecta al ámbito de lo mítico:

              Una de las claves del éxito histórico de la Iglesia, como propio poder y
           como legitimación del poder civil, radica en esa posición doctrinal de vaivén
           entre el cielo y la tierra: una Iglesia, como poder político y como potencia
           espiritual, como sostén del orden presente y caución del orden futuro, como
           fuente de energía para el hombre interior y como disciplina social para el hom­
           bre exterior, como consagración de los poderes de explotación económica,
           social y política y como afirmación de la caducidad de esos poderes al fin de
           los tiempos.19
        En los continuadores de Eusebio, Sócrates, Sozomeno, Teodoreto o
     Filostorgio la historia no pasó de ser más que un reflejo de las disputas
     dogmáticas entre los emperadores y los jerarcas eclesiásticos.20  Y de
     toda la historiografía (filosófico-doctrinal)  es Agustín quien mejor
     sistematiza la ideología cristiana respecto al tiempo y la historia en su
     Ciudad de Dios.















      17 E. von Ivanka, J.H. Baxter et al, «La Theologie de l’Histoire», en Augustinus Magister, 3,
         1954,  193-212.
      18 G. Puente Ojea, op. cit., 291.
      19 G. Puente Ojea, op. cit., 296.
      20 F.J.  Lomas  Salmonte,  «Teodosio,  paradigma de príncipe  cristiano.  Consideraciones de
         Ambrosio, Rufino de Aquileya y Agustín sobre la imperial persona», Studia Historica.
         Historia Antigua 8,  1990,  149-165.
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