Page 59 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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también contra la muerte. El convencimiento de que la posesión de
Gorgo implicaba un «conocimiento de lo oculto» fue utilizado por los
órficos que, mezclándolo con otros ritos de carácter astral-lunar, hicie
ron del culto a la Luna (del que según ellos Goigo es imagen) una mís
tica basada en el antinomio muerte/resurrección. Por su carácter ctónico
Goigo también aparece en los rituales funerarios: los bailarines danzan
con la máscara frenéticamente al son de la flauta del Hades para conju
rar la muerte.
Gorgo tiene desde su origen multiples rasgos animales (melena
leonada que luego se convierte en serpientes; colmillos de jabalí; cuer
nos; etc.). Sin embargo es el caballo con quien adquiere mayor relación
(relincho, crines, fiereza, velocidad) y se la representa también con la
forma equina de centauro. Esa naturaleza equina tendrá continuidad,
pues de su cuello cortado suige Pégaso, caballo alado, que se desplaza
rá al campo de influencia y sometimiento de los dioses olímpicos. Sin
embargo el otro vástago de Gorgo, Crisaor, el oro, sigue la línea mater
na y, como ella, vive en el occidente, lugar mítico de abundancia
metalífera y posteriormente de ganados (rebaños de Gerión, hijo de
Crisaor). Gorgona y Gerión nacen para ser vencidos por los héroes
helenos (Perseo y Héraclès, respectivamente). En todos los casos hay
una relación y un intercambio funcional de dominio y poderes.
Los mitos heroicos no son propiamente históricos, pero su mecanis
mo argumentai se basa en arquetipos y repeticiones lógicas que pueden
corresponder en gran medida a comportamientos y realidades históri
cas, realidades que en un primer momento intentaban idealizar y en
mascarar con los relatos legendarios que actuaban como aparatos (más
o menos in/conscientes) de propaganda y de engaño, y que después,
fuera del contexto de expansión colonial arcaica que les corresponde,
quedarían simplemente como actos heroicos de los antepasados en cuya
memoria intachable todos se reconocían, y cuyos verdaderos motivos,
por eso mismo, a nadie interesaba desentrañar.