Page 99 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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M itos griegos e H istoriografía A ntigua                    109

     «quedan reducidas a casi nada». La casuística es infinita, por lo que los
     métodos comparativos en historia han requerido y requieren sofisticados

     medios de cuantificación.11 El método histórico cultural adolece de
     cierta tendencia al esquematismo mental y a la metafísica etnológica;
     no en vano la escuela de Viena centró sus estudios en el área de las
     religiones.12 La utilidad de los ciclos aún hoy lo es en tanto que reflejan
     la frecuencia de unos elementos culturales unidos a otros, frecuencia
     inducida tras exhaustivos procesos de cuantificación-verificación de
     elementos que, si no de forma aislada, sí en conjunto, pueden justificar
     una  relación  estrecha  entre  varias  realidades  culturales.
        La historia factual-descriptiva de Meyer tiende a romper el esquema
     rígido del método histórico-cultural de Viena, en tanto tiene en cuenta
     factores como «comportamiento social» y sus efectos en el declive de
     las culturas; o las relaciones entre potencia política y potencia cultural
     como capacidad de transmisión de elementos. Pero en realidad durante
     todo el siglo XIX, y aún antes, la idea de ciclo de cultura estaba en
     germen en los historiadores (evolucionistas sin pretenderlo) que habían
     empezado a estudiar, aunque de forma parcial, el origen, esplendor y
     decadencia de  las culturas,13  que lleva implícita una transición, un
     modelo dinámico de transmisión, aunque restringidos en el espacio y el
     tiempo.
        La herencia del siglo XIX a la historiografía sobre la Antigüedad se
     resume en haber conseguido ser una ciencia firmemente anclada en el
     campo de las ciencias humanas con un método reconocido y eficaz y
     un campo instrumental cada vez mayor.

     11R. Floud, Métodos cuantitativos para historiadores, Madrid  1978;  F. Furet, La historia
        cuantitativa y la construcción del hecho histórico,  México  1976.
     12 W. Schmidt, Der Ursprung der Gottesidee. Eine historischkritische und positive Studie, I-
        VIII, 1926-1937; W. Köppers, Der Mensch aller Zeiten. Gesellschaflund Wirtschaß der
        Völker, 1924.
     13 Por citar los principales, Montesquieu: Considérations sur les causes de la grandeur des
        romains et de leur décadence, Paris 1734 (hay edición española: Grandeza y decadencia
        de los romanos, Madrid 1997). Anclada en la obra anterior,  surge el magno trabajo de
        Edward Gibbon,  The decline and fall of the Roman Empire,  1842 (este mismo año se
        traduce al español, Historia de la decadencia y  ruina del Imperio romano, Barcelona.
        Hay disponible una edición facsímil, Madrid  1984). Barthold Georg Niebuhr, Historia
        Romana,  1811; Guglielmo Ferrero,  Grandeza e decadenza di Roma, Roma  1902 (hay
        versión en español, publicada en Buenos Aires 1959). Theodor Mommsem, Historia de
        Roma, especialmente, aunque su inmensa labor ocupa el estudio del derecho, la numismá­
        tica y  sobre todo  como epigrafista,  organizador del  insustituible instrumento  Corpus
        Inscriptiones Latinarum.
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