Page 117 - Lo Inevitable del Amor
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Me cuesta ser disciplinada y cumplir lo que el psicólogo me dice que hay que
hacer con ellas. En realidad, se trata de ponerles límites. Eso nunca lo he hecho.
Ni Óscar tampoco. Siempre me ha parecido agotador aguantar rabietas después
de decirles que no y no tardaba demasiado en decirles que sí. Me asusta la
posibilidad de no haber llegado a tiempo y que se hubiera desarrollado su
trastorno antisocial. Pánico sentí al ver en internet los síntomas. Descubrí dos
cosas al leerlo: la primera, que podría haber sido fatal de no haberse tratado a
tiempo, y la segunda, que jamás hay que buscar síntomas de enfermedades en
internet.
Visitar a Rosario también me está viniendo bien. Tengo que reconocerlo. No
sólo me marca las pautas a seguir con las niñas, también dedicamos algún tiempo
a hablar de lo que me pasa a mí y muchas veces acabamos relacionando las dos
cosas. Mi sensación es que muchas veces la consulta es como un círculo en el
que partes de un punto al inicio de la sesión y acabas en el mismo punto después
de recorrer un camino en el que a menudo descubres cosas sorprendentes.
Rosario me ha dicho que si quiero puedo buscar un psicólogo para mí, porque
con él debemos centrarnos más en cómo hacerlo con las niñas que en mis
problemas. De todas formas, hoy he aprovechado para contarle el sueño en el
que aparecían las dos casas diseñadas por mí, la espectacular y la otra en la que
están mi madre y las niñas.
—¿Cuál de las dos casas elegirías? —me pregunta Rosario.
—Depende de para qué —contesto.
—¿Cómo que para qué? —se sorprende.
—Sí, depende de para qué la quieras —insisto.
—¡Es una casa! —exclama con acento esta vez muy argentino.
—Claro, es una casa —digo, aunque empiezo a no entenderle.
—¿Y vos para qué querés una casa?
—Pues para…
Y ahí me quedo. De repente, caigo en la cuenta de la evidencia de la
respuesta y me da vergüenza terminar la frase. Él espera en silencio a que lo
haga.
—… para vivir. ¡Las casas son para vivir!
—Entonces, ¿en cuál de las dos casas que aparecen en el sueño te gustaría
vivir?
—En la que están mi madre y las niñas.
—Parece obvio.
—Sí, pero no sólo porque estén ellas.
—Entonces, ¿por qué elegirías esa casa?
—Porque no necesito enseñarla.