Page 73 - Lo Inevitable del Amor
P. 73

En el vuelo de vuelta a Madrid apenas si he podido descansar. Ni yo ni casi nadie
      en el avión, porque mi madre se ha pasado tosiendo las siete horas que ha durado.
      A pesar del cansancio, me ha venido bien estar despierta. He podido pensar y,
      aunque sin hacer ruido, también me ha dado tiempo a llorar.
        Yo  nunca  estoy  triste.  Realmente  nunca  lo  he  estado.  Claro  que  ha  habido
      cosas que me han dado pena y me han afectado. Por ejemplo, la muerte de mi
      perra cuando tenía doce años, las dos teníamos doce años. Éramos del mismo
      mes y siempre habíamos vivido juntas. Tardé en entender que ella, a pesar de
      tener mi  edad,  era  muy  viejita y  yo  aún  una niña.  Se  llamaba  Chancla  y  mi
      padre la compró cuando teníamos seis meses ella y yo. Le pusieron ese nombre
      porque nada más entrar en casa mordió jugando una de las chanclas de la chica
      que limpiaba y aquella acción la marcó de por vida.
        Claro que sentí pena cuando murió mi perra. Y otras muchas veces. Pero yo
      siempre he visto la vida por el lado bueno, porque mi vida siempre ha sido la de
      alguien  con  suerte.  Nunca  me  he  quejado  porque  nunca  he  tenido  por  qué
      hacerlo. Honestamente lo he pensado siempre así y creo que ésa es una de mis
      virtudes. No soporto a la gente que se lamenta continuamente sin que le haya
      pasado nunca nada realmente malo. Yo no soy así. Yo no era así.
        Ahora,  nada  está  en  su  sitio  y  no  tengo  demasiadas  ganas  de  colocarlo  de
      nuevo.  De  verdad,  lo  único  que  me  apetece  es  dormir.  Simplemente  dormir.
      Acostarme  y  quedarme  en  la  cama  hasta  que  tenga  algún  motivo  para
      levantarme. Ahora sí estoy triste. Más que nunca y de una manera diferente. Lo
      único que quiero es dormir para soñar que todo vuelve a estar bien y no sentir
      que a lo mejor es que nunca lo ha estado. Me ahoga pensar que casi todo lo que
      tengo  es  mentira,  que  hay  poca  verdad  en  lo  que  me  rodea.  No  quiero  estar
      despierta  porque  no  le  encuentro  color  a  la  vida.  Por  primera  vez,  no  sé
      realmente lo que tengo y no tengo ganas de descubrirlo. Dormir, eso es lo único
      que quiero.
      —¿Y cómo fue? —reconozco la voz de Eugenio.
        —Dice la Guardia Civil que se quedó dormida y se salió de la carretera —le
      contesta mi madre, muy afónica.
   68   69   70   71   72   73   74   75   76   77   78