Page 171 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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los brazos contra sus pechos, maldiciendo a su país y decretando
día nefasto el del nacimiento del Asakku.
Sobre la región rebelde, el Señor expandió veneno: amargura y
cólera le oprimían el corazón. Y, elevándose como una ola gigan
te, se precipitó contra la totalidad de enemigos.
¡De aquella manera Ninurta respondió a las palabras de su Arma
leontocéfala, a Sharur! Luego, Sharur, cual un pájaro, tomó el vue
lo y se posó sobre la Montaña. Las alas desplegadas cubrían a los
insumisos; revoloteó por todas partes en el cielo para examinar la
situación y, cuando se le hubieron comunicado las noticias, esta infa
tigable Sharur, animadora sin tregua del Cataclismo, las llevó enton
ces a Ninurta.
Recitó palabra por palabra las decisiones de las gentes de la
Montaña y reveló sus intenciones al Señor. El Arma le explicó
directamente lo que se le había dicho acerca del Asakku.
— ¡Guerrero! ¡Ten cuidado! — le decía con solicitud.
Y, habiéndolo estrechado en sus brazos, porque le amaba, Sha
rur, el Arma mágica, pronunció, tras advertirle, este discurso al Señor
Ninurta.
— ¡Héroe de los lazos y de las redes de combate, Soberano señor
del Ejército celeste, cuyo enemigo no puede evitar el choque! ¡Tem
pestad devastadora que barres la región rebelde y le sumerges las
cosechas, has querido la batalla y has derrotado a más de uno!
Amontona los cadáveres en la red y haz un altar de purificación.
Después purifica tu Jabalina y tu Maza, Señor, celeste constrictor.
A continuación, Sharur, tras haberle recordado a Ninurta sus éxi
tos iniciales, pasó a enumerarle los enemigos que había derrotado:
— Ninurta ·—dijo el Arma— , he aquí la lista de los guerreros que
has abatido. Son el Kulianna, el Dragón, el Yeso, el Cobre resisten
te, el Guerrero, el Carnero de seis cabezas, el Magilum, el señor
Samananna, el Bisonte, el Rey-palmera, el pájaro Anzu, la Serpien
te de siete cabezas. ¡Ninurta tú los has vencido a todos en la M on
taña! Pero no te dejes arrastrar contra el Asakku a un combate más
colosal todavía. No cruces más la espada, no te entregues más a la
«danza de Inanna», durante la Fiesta de los hombres. No te preci-
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