Page 182 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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ba convertida en polvo. Sin tener la más mínima consideración de
ti se te reducirá a papilla.
Luego el rey se volvió hacia la Piedra caliza blanca. Tras mirar
la, pronunció esta bendición:
— Piedra caliza blanca, habías puesto tu astucia en extender el
miedo en la Montaña sublevada; después, en plena región rebelde,
has hecho aclamar mi nombre a la gente con ánimos bulliciosos.
¡Oye bien!: Tú nunca perderás nada de tu integridad, no se redu
cirá tu masa a polvo. Es más, se pondrán en tu superficie por escri
to mis poderes. Cuando tenga que hacer frente a héroes, tú estarás
adaptada a una guerra así. En el gran patio de mi templo te erigi
ré sobre pedestal y, maravillado ante ti, el país proclamará tus ala
banzas.
Dicho esto, el Héroe se volvió hacia la hematite y gritando tan
fuerte como dura era la piedra, Ninurta pronunció una nueva ben
dición:
— Joven osado, digno de respeto y cuya superficie centellea!
Hematite, cuando te llegaron las recriminaciones de la región rebel
de, ciertamente, tú diste el grito del combate, bravio y exaltado, pero
tu mano victoriosa no me tocó en absoluto y tampoco te vi entre
los sublevados. ¡Y bien! Te concederé por ello un lugar en el país: el
quehacer del sol será el tuyo. Tú juzgarás y gobernarás las montañas.
El artesano, experto en todas las técnicas, encarecerá tu precio hasta
la escala del oro. Joven mocetón que me he ganado, no tendré tre
gua hasta que permanezcas vivo.Y en lo sucesivo, en virtud del des
tino que te decreto, se dirá: «La hematite está viva.» ¡Así será!
Después el Héroe, se volvió hacia el Alabastro, y Ninurta, el hijo
de Enlil, pronunció la siguiente bendición:
— ¡Alabastro, cuya materia brilla como la luz del día, plata refi
nada, joven atrevido consagrado al palacio! Puesto que tú, solo, has
tendido las manos hacia mí, y que, en lo alto de la Montaña, te
has prosternado ante mí, aunque yo no haya abatido mi maza sobre
ti y no haya mostrado la fuerza de mi brazo, tú, valiente guerrero,
que, a mi llamada, te has puesto a mi servicio, ¡escucha!: Sé céle
bre en muchos lugares. Ayuda a la alta mano en los almacenes del
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