Page 183 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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país,  sé  el  administrador.  ¡Que  seas  también  el  iluminador  de  los
   Anunna, los  grandes  dioses,  y  que  seas  adjudicado  a  sus  templos,
    oh  alabastro!
      Con  mala  mirada, el  rey  se  volvió  hacia  la  Piedra  Ámbar-ama­
    rilla  y  el  Señor,  descontento,  habiéndola  interpelado,  le  lanzó  la
   siguiente  maldición:
      — ¡Cómo  has  vacilado  ante  mi  llegada!  ¡Oye  bien!: Tú  seras  la
   primera  piedra  conducida  a  mi  taller y  te  prestarás  a  todo  lo  que
   se  quiera  hacer  contigo. Ambar-amarillo, serás  la  ofrenda  regular y
   cotidiana  de  los  metalistas.
      Después  el rey se  volvió  hacia el Ágata, apostrofando  también  a
   la  Calcedonia, la  Cornalina, el  Lapislázuli, el Jaspe, el  Saba, el Huri-
   shu, el  Marhali, la  Cornalina-amarilla, el  Ojo-de-pez,  el  Granate, el
   Anzugulme,  la  Serpentina  y,  en  favor  de  todas  estas  piedras, pro­
   nunció  esta  bendición:
      — ¡Machos  y  hembras,  cada  uno  a  su  manera,  delante  de  mí,
   me habéis sostenido sin reproche, espontáneamente me habéis exal­
   tado  en  público.  ¡Bien!: Yo  os  exaltaré  en  plena  asamblea.  En  el
   consejo  de  guerra  actuasteis  en  mi  favor. Por  ello  seréis  preferidos
   a la miel y al vino. Y   os  engastarán  con metales preciosos. Además,
   el  que  ostenta la  primacía  entre los  dioses  hará prosternarse  delan­
   te  de  vosotros, nariz  en  tierra, a  vuestras  montañas  natales.
      Dicha aquella bendición, con rostro serio y malhumorado se vol­
   vió  hacia  el  Sílex, y  el  Señor  Ninurta, descontento, le  dirigió  estas
   palabras  de  maldición:
      — ¡Y  bien, Sílex!  Sílex artificioso, en la Montaña se  te  rompe­
   rán  tus  cuernos  de  uro. Te  prosternarás  ante  el Antimonio,  por­
   que  tú  no  has  actuado  como  yo,  que  te  he  sostenido. Te  desga­
   rraré,  pues,  como  a  un  vulgar  saco.  Se  te  reducirá  a  polvo  y  el
   tallador  de  piedras  se  esforzará  en  descantillarte  con  su  cincel,
   joven y macizo  guerrero, portador de  odio. El  carpintero, cuando
   quiera  terminar  un  trabajo,  te  inundará  de  agua  y  te  reventará
   como  malta.
      Después el rey se volvió hacia la Piedra Arcilla-de-estaño. Apos­
   trofó  también  a  la Piedra  Elligu. Ninurta  habló  así:


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