Page 185 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— Oh  Marcasita,  puesto  que  tú  me  has  ayudado,  a  modo  de
     cuerda, por lo  cual  se  te  había  capturado, y porque  no  has  partici­
     pado  en  la  carnicería  perpetrada  por  tus  compatriotas,  ¡escucha!:
     Tú  serás  la  copa  colocada  bajo  el  filtro  para  recoger  el  agua  lim­
     pia. Se te utilizará para incrustaciones, serás  un  ornamento  de  cali­
     dad para las  fíbulas.  ¡Marcasita, estarás  con  todo  honor  en los  tem­
     plos  de  los  dioses!
       A  continuación,  el  ojo  escrutador  del  Héroe  se  volvió  hacia  la
     Piedra  Hashtu  y  el  Señor,  descontento, le  apostrofó  pronunciando
     una  maldición:
       — Hashtu, has  vociferado  contra mí  en la Montaña. A  tus  gritos
     salvajes de  combate, has unido tus  gritos  furiosos y por estos  alari­
     dos  has  logrado  mantener  en  la  Montaña  al  demonio  Lilu.  ¡Escu­
     cha, atrevido guerrero!: Se te plantará en tierra y se te llamará «Fosa».
     ¡Sí!  En  adelante, en  virtud  del  destino  que  te  decreto, se  te  llama­
     rá  Hashtu.  ¡Así  será!
       Ninurta,  a  continuación,  se  volvió  hacia  la  Piedra  Durul,  pro­
     nunciando  la  siguiente  bendición:
       — Durul, color  de  duelo, joven  ciego,  zambullido  aquí  abajo  en
    la  noche, puesto  que  sobre  la  Montaña  tú  me  has  rendido  home­
     naje  y  porque  declaraste:  «¡Ah,  si  yo  hubiese  podido  romper  mis
     cerrojos  y  estar  ante  él,  al  servicio  de  mi  rey,  el  Señor  Ninurta!»
     ¡Escucha!:  en  donde  quiera  que  tu  nombre  sea  mencionado,  será
    magnificado  en  sí  mismo,  diciendo  los  entendidos  «Lo  compro  a
    precio  de  oro». Los  habitantes  de  todos los  países, acompañados  de
    flautas, como  unos  músicos, te  invitarán  a  la  danza.
       Luego, el  rey  se  volvió  hacia  la  Piedra  Sigsig, pero  apostrofando
    también  a  otras piedras, entre  ellas, las  conocidas  como  Enge, Engi-
    sha, Ezinum,  Uggun,  Zahem, Madanum, Hashmanu, Mursuh  y  Mulug..
    Ninurta les  pronunció  esta bendición:
       — Piedras, puesto  que vosotras actuasteis bien hacia mí, dispues­
    tas  con  los  costados  cerrados,  con  las  caderas  en  movimiento,  con
    el corazón satisfecho, balanceándoos como  osos, todas habéis hecho
    camino para uniros a mí. Además, os inclinasteis ante mí hasta tocar
    el suelo, a diferencia de otras piedras, sirviéndome de mazas y refor-
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