Page 180 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— Oh  héroe  magnífico, de  órdenes  tan  inalterables  como  las  de
       tu  padre,  tú  no  has  decretado  todavía  el  destino  de  los  soldados
       que  acabas  de  abatir. ¿Cuándo  lo  vas  a  hacer?
         Y     el  Señor  Ninurta, oído  aquello, se  dirigió  a la Piedra- U para
       definirle  su  naturaleza.  Con  voz  irritada, le  apostrofó  y  pronunció
       contra  ella la  siguiente  maldición:
         — Piedra- U, puesto  que  te  rebelaste  contra  mí  en  la  Montaña
       y  quisiste  inmovilizarme y  cerrarme  el  camino, dado  que  también
      juraste  darme  muerte  y pretendiste  asustarme, yo, el  señor  Ninur­
       ta,  estando  en  mi  augusto  trono,  aunque  seas  robusto,  oh  gran
       mocetón,  decreto  que  tu  estatura  sea  disminuida. Temibles  perso­
       najes,  orgullosos  de  su  fuerza,  te  pulverizarán;  los  atletas  se  servi­
       rán  de  ti  en  sus  competiciones. Piedra- U, joven mocetón, tus  her­
       manos  te  reducirán  a  polvo  para  que  actúes  con  violencia  contra
       tus  descendientes  y  al  triturar los  cadáveres. A  pesar  de  tus  gritos,
       acabarás  triturada:  fraccionada  como  un  gran  uro  al  que  los  caza­
      dores  han  despedazado  en  trozos. Al  igual  que  un  perro  es  caza­
       do  por  el  ayudante  de  un  pastor, así  lo  serás  tú  en  la  batalla:  pero
      a  golpes  de  maza. Tan  cierto  como  que  yo  soy  el  Señor,  puesto
      que  tu  trabajarás y pulirás la na-gug, esto  es, la  cornalina, tú  toma­
      rás  el  nombre  de  na-gug-buru.  Por  lo  tanto,  en  virtud  del  destino
      que  decreto,  en  lo  sucesivo  la  cornalina  será  taladrada  utilizándo­
      te  a  ti, Piedra-U.
         Después el Héroe se volvió  hacia la Lava y el Basalto y el Señor
      determinó  sus  caracteres,  pronunciando  contra  ellos  otra  maldi­
      ción:
         — Bloques  de  lava, fuisteis  arrojados  contra  mis  armas,  bloques
      de  basalto,  os  opusisteis  a  mí  con  vigor,  cual  toros, y  habéis  acor­
      neado  como  los  uros.  Pues  bien,  os  aplastaré  como  mariposas:  mi
      terrible  esplendor  sobrenatural  os  envolverá,  no  escaparéis  a  mi
      augusto  brazo.  Sobre  vosotros,  el  orfebre  soplará  a  pleno  pulmón:
      se  os  cortará  en  crisoles,  donde  él  fundirá  sus  obras.  En  la  luna
      nueva  se  dispondrán  sobre  vosotros,  según  los  ritos, las  primicias
      consagradas  a los  dioses.
         Tras  decretar  aquel  destino,  Ninurta  se  volvió  hacia  la  Piedra-


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