Page 184 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— Arcilla-de-estaño,  has  vociferado  contra  mí  en  la  Montaña.
      Contra  mí, Piedra  EUigu, has  levantado  el  grito  de  combate, salva­
      je  y  exaltado.  ¡Escuchadme  bien!:  Os  consumiré  como  un  fuego,
      os  trastornaré  como  un  huracán,  os  escardaré  como juncos  y  os
      arrancaré  como  cañas. ¿Y  quién  os  socorrerá? Arcilla-de-estaño, no
      se  prestará  oído  ni  atención  a  tus  gritos  de  auxilio. Arcilla-de-esta-
      ño, Piedra EUigu, vuestro  camino no  os  conducirá nunca al palacio.
         Seguidamente, el rey se volvió hacia la Piedra-de-gacela, y apos­
      trofó  también  a la  Piedra  Dubban y  a  la  Piedra  Urutu. Ninurta  tras
      determinar  su  naturaleza,  pronunció  para  ellas  la  siguiente  maldi­
      ción:
         — ¡Piedra-de-gacela,  Piedra  Dubban,  llamas  ardientes!  ¡Piedra
       Urutu, a quien nadie puede resistirse!  Cuando el Basalto os ha pues­
      to  fuego,  habéis  sido  inflamadas. Ardisteis  contra  mí  en  la  región
      rebelde  como  un brasero. ¡Oídme!;  ¡Que se  te  degüelle  como  a un
      carnero,  Piedra-de-gacela!  ¡Que  se  te  pulverice  como  molienda,
      Dubbanl  ¡Que  se  te  talle  como  una  maza  de  armas,  Urutu,  con  el
      bronce  de  las  puntas  de  flecha  divinas!  ¡Que  se  os  aniquile,  temi­
      bles  puñales!
         El rey se  volvió  hacia la Piedra  Shagara. Ninurta pronunció  una
      nueva  maldición:
         — ¡Piedra  Shagara, que machacas el cráneo  del viajero  que cami­
      na  solo  por la  estepa!  En la Montaña  me  has  querido  pisotear  con
      tus  pies,  mientras  yo  estaba  ocupado  en  la  guerra.  Puesto  que  te
      llenaste  de placer en luchar contra mí, ¡escucha!: El cestero te arro­
      jará  a  un  rincón  con  sus  cañas  aplastadas.  Se  olvidará  de  donde  tú
      vienes. No  se  te  reclamará. Nadie  tendrá la  sensación  de  que  tú  le
      faltas.  Las  gentes  no  se  quejarán  de  haberte  extraviado. Y,  una  vez
      dejado el sitio  en donde se desarrolla el rito perpetuo — en el lugar
      de  honor  en  el  que  la  diosa  Ninhursag  reposa— ,  se  te  alimentará
      con  los  residuos  de  la  cervecería  como  se  hace  con  los  corderos.
      Deberás  contentarte  con  una pulgarada  de  harina.  ¡Ése  es  el  signi­
      ficado  de  tu  nombre!
         El  rey  Ninurta  se  volvió  hacia la  Piedra Marcasita, y pronunció
      la  siguiente  bendición:
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