Page 188 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 188
una vez abatido el Asakku y hecho de él un montón informe de
piedras, decretó con poderosa voz:
— ¡Ordeno que a este amontonamiento se le llame, sin más, «Pie
dras»!
Luego, Ninurta confió todo lo que había hecho a Nisaba. Tam
bién a ella le confió las aguas a las que, en persona, el dios les había
trazado su ruta desde arriba hasta abajo. Le confió el arado, fuente
de toda prosperidad, que él había inventado, igualmente los surcos
rectilíneos que había enseñado a cavar, los montones de grano que
había apilado y los silos que había llenado. Todo ello lo confió a la
Señora de los Poderes divinos, digna de glorificación, a Nisaba, la
santa mujer, la muy sabia y eminente en todo el país. A ella que
posee la augusta tablilla en donde están consignadas las prerrogati
vas de los reyes y de los pontífices, a ella que en el Santo Montí
culo, esto es, en el Du-ku} Enki la había dotado de una inteligen- .
cia superior.
¡Gloria a Nisaba, a la mujer, a la estrella que en el Abzu con
tenta maravillosamente al príncipe! ¡A la Señora del saber, que dis- :
tribuye la felicidad! ¡La única apta para gobernar, el receptáculo del
saber y de la prudencia, la reina de los «cabezas negras», poseedora :
de la tablilla donde están inscritas todas las cosas! ¡Aquélla poseedo- -
ra de redes de las que no escapa ningún pájaro, aquélla cuyas obras,
todas, han tenido éxito, aquélla en cuya presencia, y sobre la euer- ~
da de nudos que no se deshacen, los días se cuentan al ritmo de la ~
luna! r
¡Gloria a la que nadie puede atacar por asalto como a una for—¿
taleza metálica! ¡A aquella que está al corriente de todos los pen- ~
samientos, que lo sabe todo! ¡La reina que se preocupa de los «cabe
zas negras», que sabe hablar como conviene a los hombres! ¡La
gran diosa, la propia réplica de Enlil! ¡La santa mujer, la estrella fami
liar con An! ]
¡Oh soberano Señor, por orden de Enlil, oh Ninurta, prole subli- ;
me del Ekur, sostén de tu padre que te ha engendrado, cuán dul
ce es alabarte!