Page 192 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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do  como  un  muflón  y  como  un  ciervo, uro  gigante  de  la  Monta­
      ña, Ninurta  se  había  equipado  con  su  arma  de  combate,  que  ciñó
      a  su  cintura.
         El  soberano,  en  su  poderosa  bravura,  Ninurta,  el  hijo  de  Enlil,
      en su  inmenso  vigor  de la  sublime y  centelleante  mansión  ha  traí­
      do  el  Carnero  salvaje  de  las  seis  cabezas.  De  las  plazas  fortificadas
      de la Montaña ha traído el Dragón belicoso. Del subsuelo  del Abzu
      ha  traído  la  barca  magilum.  Del  polvo  de  sus  batallas,  ha  traído  el
      Bisonte  gigante.  De  los  confines  del  universo  ha  traído  el  Kulian-
      na. Del  suelo  de la Montaña  ha  traído  el Yeso. De  los  montes  des­
      tripados  ha  traído  el  resistente  Cobre. Del  frondoso  roble  ha  traí­
      do  el Pájaro Anzu.Y  de  lo  más  profundo  de  la  Montaña  ha  traído
      la  Serpiente  de  Siete  cabezas.
         Ninurta  los  ha  controlado  a  todos, los  ha  sometido, los  ha  teni­
      do a todos ellos sujetos con su hacha de guerra. El esforzado Ninur­
      ta, el valiente, ha hecho de la Montaña un cadáver. El señor Ninur­
      ta,  el  destructor,  ha  convertido  la  Montaña  en  un  cadáver.  En  su
      furor  ha  puesto  en  un  montón,  apilados,  a  los  dioses  de  la  región
      rebelde. Por  su  coraje  y  su  fuerza,  el  Señor  ha  saciado  su  vengan­
      za.  ¡Por  su  coraje  y  su  fuerza,  el  valeroso  Ninurta  ha  sacia
      venganza!

         Después de la terrible batalla, y en su retorno a la ciudad de Nip­
      pur  sobre  su  relumbrante  carro,  que  expande  un  terror  espantoso,
      ha  colgado  en  los  ejes  de  las  ruedas  a  los  uros  capturados;  en  el
      timón, a las vacas capturadas como botín; en el guardabarro, al Car­
      nero  salvaje  de  las  seis  cabezas;  en  el  asiento,  al  Dragón  belicoso;
      en  la  lanza  del  carro  al  magilum;  en  las  varas  del  impar  carro,  al
      Bisonte  gigante; en  el  estribo  ha  colgado  el  Kulianna;  en  el  extre­
      mo del timón, al Yeso; en el travesaño del timón, al resistente Cobre;
      en  la  parte  delantera  de  la  caja,  al  Pájaro  Anzu; y  en  la  brillante
      cintura  de  la  caja, la  Serpiente  de  Siete  cabezas.

         En  aquel  carro, siempre  presto  al  combate, el  Señor Ninurta  ha
      puesto  sus  pies. Udanne, el  dios  que  lo  ve  todo, y Lugalanbadra, el


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