Page 249 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— ¡Venga! Vayamos a sacar de su casa a Enlil, el valiente, el sobe­
   rano  de  los  dioses.  O  mejor,  ¡proclamad  la  guerra,  añadamos  la
   batalla  al  combate!  ¡Matémosle!
      Los dioses oyeron su llamada y quemaron sus herramientas: arro­
   jaron  al  fuego  sus  azadas  y  sus  espuertas  a  las  llamas. Agrupados
   tumultuosamente, se marcharon a continuación a la puerta del san­
   tuario  de  Enlil, el  valiente.


     Era  de  noche, a  media vigilia, y, sin  saberlo  Enlil, he  aquí  que  el
   templo Ekur estaba cercado. En efecto, era de noche, y el Ekur había
   quedado  cercado  por los  dioses. Pero  Kalkal, el  portero  del  templo,
   habiéndolo  advertido, lo  hizo  cerrar: maniobró  el cerrojo y vigiló la
   puerta. Después  Kalkal  despertó  a  Nusku, mientras  se  oía  el  clamor
   de  los  Igigi. Nusku  despertó  a  su  señor, sacándole  de  su  cama.
     — Tu palacio  está rodeado, mi señor — le  comunicó— . El com­
   bate se ha propagado  hasta tu puerta. Tu  casa  está cercada, oh Enlil.
   El  combate  se  ha  propagado  hasta  tu  puerta. Tu  casa  está  cercada.
     Enlil  hizo  traer  armas,  después  abrió  la  boca  y  se  dirigió  a  su
   visir  Nusku:
     — ¡Nusku,  atranca  tu  puerta!  ¡Toma  tus  armas  y  ponte  a  mis
   órdenes!
     Nusku  atrancó  sü puerta, cogió  sus  armas  y  se  puso  a  las  órde­
   nes  de  Enlil,  manteniéndose  de  pie junto  al  dios,  su  señor.  Des­
   pués, dirigiéndose  a  éste, le  dijo:
     — Mi señor, tu rostro  es verdoso, del color del tamarisco. Se  tra­
   ta  de  tus  propios  hijos,  ¿qué  es  lo  que  temes?  Enlil,  tu  rostro  es
   verdoso.  Se  trata  de  tus  propios  hijos, ¿por  qué  vas  a  temer?  Envía
   a  buscar  a Anu.  Que  se  le  haga  descender y  que  también  se  traiga
   ante  ti  a Enki.
     El  dios  envió, pues, a buscar a Anu, a  quien  se  le  hizo  descen­
   der  de  su  cielo  y  se  trajo  también  a  Enki  ante  el  dios. Anu  el  rey
   del  cielo, presidía  el  consejo  que  tuvo  lugar. El  rey  del Apsu, Enki,
   estuvo muy atento. Se hallaban también presentes los grandes Anun-
   naki. Enlil  se  puso  de  pie:  el  debate  quedó  abierto. Y, abriendo  su
   boca, se  dirigió  a  los  grandes  dioses:
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