Page 251 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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y les he repetido una a una tus palabras. Ellos me han respondido
diciendo que la causa de la recriminación contra ti está en el exce
sivo trabajo que han tenido que soportar excavando canales.
Cuando Enlil oyó estas palabras, las lágrimas le corrieron por
su cara. Quedó desconcertado tras el fracaso de Nusku. Enseguida
se dirigió ante Anu, el valiente, y le dijo:
— Alteza, en el cielo [...].
Nueva laguna de unas 18 líneas. Un fragmento de tablilla, de comien
zos del primer milenio a.C., recoge un pequeño tramo de este pasaje.
— Alteza, en el cielo guarda tu autoridad y haz uso de tu poder.
Estando los Anunnaki en tu presencia, haz comparecer a uno de
esos dioses alborotadores y que se le consagre al castigo supremo.
Pero Anu abrió la boca y habló a los dioses, sus hijos:
— ¿De qué les calumniaremos? Pesado era su trabajo, infinita su
fatiga. Diariamente han trabajado, pero llegó un momento en el que
su grito fue algo grave. Les hemos oído vociferar, [...].
Otro fragmento, anterior en cronología al precedente, presenta las pala
bras de indulgencia en boca del dios Ea y no del dios Anu. Además a
Ea se le ocurre la idea de crear al hombre para descargar de sus pesa
dos trabajos a los igigi.
El dios Ea, abriendo su boca se dirigió a los dioses, sus herma
nos:
— ¿Por qué los calumniaremos? Su trabajo era pesado, infinita
su labor. Cada día han trabajado. Pero su desgarradora llamada era
cosa grave. Pero existe un remedio para esto. Dado que Belet-ili, la
procreadora, está aquí, que ella fabrique un prototipo de hombre,
un Mu awilum: será él quien llevará el yugo de los dioses, quien por
tará el yugo de los Igigi. Es el hombre quien será el encargado del
trabajo de ellos.
Enlil quedó satisfecho con aquella solución. Tomando de nuevo
la palabra dijo:
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