Page 255 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Nintu  mezclará  arcilla, de  modo  que  el  dios y  el hombre  se  mezclen
  juntamente  en  la  arcilla  y,  para  siempre,  nosotros  dispondremos  de
  ocio. En razón  de  la  carne  del  dios  habrá, además, en  el  Hombre, un
  espíritu,  un  etemmu,  que  lo  manifestará  siempre  vivo  después  de  su
  muerte. Y  ese  espíritu  estará  allí  para guardarle  del olvido.
     Los  grandes Anunnaki,  que  asignan  los  destinos,  respondieron
  todos  al  unísono:
       ¡Sí!


     El primer día, el séptimo y el decimoquinto del mes Enki decre­
  tó, pues,  una  purificación,  un  baño. Y   el  dios We,  que  tenía  capa­
  cidad de  «espíritu», fue  inmolado  en  plena  asamblea. Con  su  carne
  y su sangre Nintu mezcló  arcilla para que  estuviesen asociados dios
  y hombre, reunidos  en  arcilla. Los  dioses, gracias  a  ello, dispusieron
  de  ocio  para  siempre.
     Una  vez  que  Enki  hubo  amasado  aquella  arcilla,  llamó  a  los
  Anunnaki, los  grandes  dioses, y  a  los  Igigi,  convertidos,  ellos  tam­
  bién, en grandes dioses. Todos ellos  escupieron sobre la arcilla. Des­
  pués  Mammi  abrió  la  boca  y  se  dirigió  a  los  grandes  dioses:
     — ¡El trabajo que me habíais ordenado, ya lo he cumplido! Habéis
  inmolado  a  ese  dios  con  capacidad  de  «espíritu»  y yo  os  he  desem­
  barazado  de  vuestro  pesado  trabajo,  imponiendo  vuestra  fatiga  al
  hombre. Cuando hayáis concedido a los hombres el rumor del bullir,
  entonces  desprenderé  vuestra  cadena y  os  habré  así liberado.
     Cuando  hubieron  oído  este  discurso  suyo,  acudieron junto  a
  ella  a  besarle  los  pies.
     — Hasta hoy — dijeron—  te llamábamos «Mammi», que tu nom­
  bre, de  ahora  en adelante, sea Belet-kala-ili, la «Señora de todos los
  dioses».
     Después de aquellas palabras el príncipe Enki y la experta Mam-
  mi  entraron  en  la  Sala  de  los  destinos.

     Una  laguna  de  20  líneas  interrumpe  el  relato.  Pero, gradas  a  diferen­
     tes fragmentos  neoasirios, puede  reconstruirse  la  continuidad  del  argu­
     mento.


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