Page 254 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— En  presencia  de  todos  los Anunnaki, aquí  reunidos  en  asam­
       blea, y  de  Beleti-ili, la  procreadora, haz  comparecer  a  uno  de  esos
       dioses  y  que  se  le  suprima.
          Anu  se  dirigió  a  Nusku  y  le  manifestó:
          — Nusku, desatranca  tu  puerta.  Coge  tus  armas  y  vete  de  nue­
       vo  a  la  reunión  que  tienen  los  grandes  dioses. Tras  inclinarte  res­
       petuosamente ponte de pie y diles otra vez: «Es Anu, vuestro padre,
       quien  me  envía,  y  vuestro  soberano  Enlil,  el  valiente,  y  vuestro
       contramaestre  Ennugi.  ¿Quién  es  el  cabecilla  del  combate,  el jefe
       de  la  batalla?  ¿Qué  dios  ha  comenzado  la  lucha, llegando  hasta  mi
       casa  el  conflicto  y  alcanzando  mi  puerta  el  alboroto?»
          Nusku, oídas estas  órdenes, tomó  sus armas y se marchó  al lugar
       de  la  reunión  de  los  grandes  dioses.
          Llegado  allí,  después  de  inclinarse  respetuosamente,  repitió  las
       palabras  que  se  le  habían  dicho.
          Escuchadas  las  mismas por la Asamblea  de los Anunnaki, el  dios
       Ea  continuó  hablando  y  dijo:
          — Puesto  que Beleti-ili, la procreadora, está aquí, será ella la que
       coloque  en  el  mundo  y  produzca  al  hombre  para  asegurar  el  tra-  ·
       bajo  de  los  dioses.
          Interpelando  los  demás  dioses  a la  diosa, le  pidieron a la  coma- ;
       drona  de  los  dioses,  a Mammi  la  experta:
          — ¿Tú  serás  la  matriz  que  produzca  los  hombres?  Pues  bien,
       crea  el  prototipo  humano  y  que  se  haga  cargo  de  nuestro  yugo, "
       que  lleve  nuestro yugo  impuesto  por Enlil.  Que  el  hombre  asúma ­
       la  fatiga  de  los  dioses.
          Pero  Nintu,  como  también  era  conocida  Mammi,  habiendo -
       abierto  su  boca, replicó  a  los  grandes  dioses:
          — Esto yo  no lo puedo hacer sola, pero  con el concurso  de Enki
       — también llamado Ea—  la operación será, sí, posible. El puede puri­
       ficarlo  todo: que  me  entregue  arcilla y yo  trataré  de  hacerlo.
          Enki  abrió  entonces  su  boca  y  se  dirigió  a  los  grandes  dioses:
          — En el primero, el séptimo y el decimoquinto  día del mes decre­
       taré  una purificación, un baño. Entonces se inmolará un dios antes de
       que los  dioses se purifiquen por inmersión. Con su  carne y su sangre



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