Page 259 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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disminuyan  sus  cosechas,  que  Nisaba, diosa  de  los  cereales,  ponga
     cerrojo  a  su  «pecho».  Que  no  haya  más  alegría  entre  ellos  y  que
     todas  sus  esperanzas  no  sean  más  que  humo.


        Una  laguna  de  30  líneas  interrumpe  la  continuaríón  del  relato.  Se
       supone  que  la  sequedad  y  el  hambre  aparecerían  en  el país. Atrahasis
       hubo de efectuar una nueva súplica a Enki para que les liberara de aque­
       llas  calamidades.  El  dios  les  encomendó  a Adad.


       — ¡Ancianos, escuchadme!  — decía Atrahasis— . Acudid  al pala­
     cio  y  ordenad  a  los  pregoneros  proclamar  con  potente  voz  en  el
    país  lo  siguiente:  «¡No  rendid  más  honores  a  vuestros  dioses,  no
    imploréis  más  a  vuestras  diosas!  Únicamente  tratad  de  buscar  la
    puerta de Adad. Sólo  a éste llevadle vuestras  ofrendas  cocidas. Estas
     ofrendas  le  agradarán  y  confundido  por  tantos  presentes,  suspen­
    derá su  acción  maléfica. Por la mañana producirá llovizna y por la
    noche,  clandestinamente,  condensará  el  rocío,  todo  ello  tan  bien
    que  los  campos,  sin  percibirlo,  reencontrarán  su  rendimiento,  sus
    cosechas.»
       Se construyó, pues, en la ciudad un santuario  en honor de Adad
    y  se  dio  orden  ä  los  pregoneros  de  proclamar  en  todo  el  país  las
    palabras  que  les  había  dicho Atrahasis  a  los  ancianos.  El  dios Adad
    suspendió,  en  efecto, su  acción  maléfica. Por la  mañana  envió  una
    llovizna  y  por  la  noche  condensó  el  rocío.  Los  campos  recupera­
    ron  su  rendimiento. Y   de  esta  manera  la  sequedad  y  el  hambre
    hubieron  de  abandonar la  tierra y la  humanidad pudo  alimentarse,
    desapareciendo  el  hambre.

       La  columna  de  esta  tablilla  queda  interrumpida por  rotura,  con  una
       pérdida  de unas  15  líneas. La siguiente columna está gravemente muti­
       lada, pudiéndose deducir por lo  conservado  que Enlil, ante el ruido cau­
       sado,  de  nuevo, por los  humanos,  una  vez  recuperados,  decide potenciar
       la parte  negativa  de  la  sequedad.  Para  vigilar  el  cumplimiento  de  su
       decisión  encomienda  a Anu  y Adad  el  control  absoluto  del  cielo  y  de
       las  aguas — no  se filtraría  la  menor humedad  a  la  tierra— ,  reserván-




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