Page 244 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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cuerda. Para blandir adecuadamente su maza la agarró con su mano
derecha y colgó el arco y el carcaj a su costado. Dispuso sobre su fren
te el relámpago y rodeó su cuerpo con ardientes llamas; a continua
ción hizo una red para atrapar en ella a Tiamat y reunió a los Cuatro
Vientos para que nada de ella escapara: el Viento del Sur, el Viento del
Norte, el Viento del Este y el Viento del Oeste. Colocó a su costado
una segunda red, regalo de su padre Anu; creó además el imkhulu o
Viento malvado, así como el Huracán, la Tempestad, el Viento cuá
druple, el Viento septuple, el Viento devastador, el Viento irresistible:
Habiendo soltado estos Vientos, que había creado en número
de siete, junto con los cuatro originados por Anu, todos ellos se
lanzaron detrás de él para remover el interior de Tiamat. Entonces
el Señor suscitó el temible abubu, esto es, el Diluvio, su arma pode
rosa, y a continuación montó en el terrorífico carro «Tempestad
irresistible». Había enjaezado y uncido a él·un tiro de cuatro caba
llos: el Destructor, el Implacable, el Devastador y el Veloz, de abier
tas mandíbulas y con dientes cargados de veneno, preparados para
la destrucción, ignorantes del cansancio.
Se hizo colocar a su derecha los terroríficos Golpes y el Com
bate, y a su izquierda la Batalla, que elimina a no importa qué
regimientos enemigos. Como armadura estaba cubierto con una
coraza terrorífica y su cabeza estaba envuelta con un horrendo
resplandor. El Señor avanzó, siguiendo, derecho, por su camino, y
se plantó donde se hallaba Tiamat.
En sus labios tenía un conjuro y en su puño tenía una planta
que extinguiría el veneno del aliento de Tiamat. En ese momento
le rodearon los dioses, que como aliados estaban junto a él. Habién
dose acercado el Señor hacia su rival, escudriñó las intenciones de
Tiamat y buscó también conocer los planes de Kingu, el esposo
de aquélla. Cuando los hubo visto, Marduk quedó turbado, su
voluntad quedó disipada y alterada su capacidad de actuar. A pesar
de ir protegido con el conjuro y con una planta talismánica, se
dejó invadir, por unos instantes, por el miedo. Igualmente los dio
ses, sus aliados, que caminaban a su lado, quedaron perturbados en
su espíritu al ver así a su campeón y jefe.
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