Page 41 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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zos de todas ellas y los entregó a Enki, quien los fue engullendo.
Hecho lo cual, Enki pudo conocer la naturaleza de todas ellas y
determinarles su destino.
Al instante, Ninhursag, conocedora de aquella acción sacrilega,
montó en cólera y maldijo el nombre de Enki.
— Hasta que esté muerto no miraré a Enki nunca más con el
Ojo de la Vida. ¡Morirá! Además — sentenció— , abandonaré Dil-
mun.
Pasaron años y años y Ninhursag no regresaba. Los campos, ante
la ausencia de la diosa, no producían lo suficiente. Se agostaban.
Asimismo, Enki, que había caído enfermo, se iba debilitando. Los
dioses Anunna, acompañantes de An en el Cielo, se hallaban un
día hablando de aquel hecho, pero ninguno hallaba la solución, tam
poco Enlil, titular de los destinos de dioses, hombres y ciudades,
lograba nada.
Sin embargo, tal dios tuvo al fin una feliz idea: llamaría al zorro
para que con su astucia buscase una solución. El zorro, pues, sur
gido del marjal, le dijo al dios Enlil:
— Si te traigo a Ninhursag ante ti ¿cuál será mi recompensa?
Enlil le contestó:
— Si me traes a Ninhursag, plantaré árboles y campos para ti
en mi ciudad; podrás corretear y vivir entre ellos. Plantaré también
un árbol kishkanu. Además, tu nombre se hará famoso, será pro
nunciado en todos los lugares.
El zorro al instante mudó su piel y se pintó el rostro. Perdió su
aspecto usual. Deseoso de que su nombre fuese venerado en todos
los rincones, rápidamente se encaminó a Nippur. Allí averiguaría
de los sacerdotes de Enlil todo lo que pudiera. Igualmente acudi
ría a Ur, a Larsa, a Uruk. En todas aquellas ciudades indagaría datos
acerca de Ninhursag, la diosa que había maldecido a Enki, la cau
sante de su enfermedad.
Gracias a las informaciones recabadas de los sacerdotes de los
dioses Enlil, Nanna, Utu e Inanna, el zorro pudo dar con la diosa,
con quien retornó a Dilmun.
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