Page 45 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 45

— La  naturaleza  de  los  hombres  puede  ser  tanto  buena  como
     mala. Yo  puedo  procurarles, según  disponga  mi  corazón, un  desti­
     no  bueno  o  malo.
        Enki  respondió  a  Ninmah:
        — ¡Bien,  Ninmah!  Tengo  los  medios  para  compensar  el  dese­
     quilibrio  que se pueda producir. Yo  corregiré el destino  que les des
     según  tu  agrado, sea  bueno  o  malo.
        Ninmah, entonces, tomó  barro  de las  orillas  del Abzu. Premedi­
     tadamente, dio la vida a varios seres humanos con muy serias defor­
     maciones  y  carencias. En  efecto, el  primer  hombre  que  ella  formó
     no  podía  tener  nada  en  sus  manos  anquilosadas. Pero  Enki, a  aquel
     hombre, incapaz  de  retener  nada  en  sus  manos  enfermas, le  asignó
     como  destino  el  entrar  al  servicio  del  rey, trabajar en la  corte.
        El  segundo  hombre  que  creó  la  diosa  no  podía  ver,  era  ciego.
     Enki, a  aquel  hombre  ciego, incapaz  de  ver, le  asignó  como  desti­
     no  el  arte  del  canto.  Hizo  de  él  el  gran  maestro  del  Ushumgal,
     esto  es, el  maestro  músico  al  servicio  del  rey  de  los  dioses.
        El  tercer  ser  que  ella  creó  fue  uno  que  tenía  las  piernas  parali­
     zadas, a  causa  de  la  excesiva  humedad.  Mas  Enki, a  aquel  hombre
     de  piernas  paralizadas, le  asignó  un  cierto  resplandor  sobrenatural,
     semejante  al  brillo  de  una jarra  de  plata: dominaría  su  intelecto.
        El  cuarto  que  hizo  la  diosa  no  podía  retener  su  esperma.  Sin
     embargo, Enki, a  aquel  hombre  que  no  podía  retener  su  esperma,
     le  curó  mediante  un  baño,  recitando  a  un  tiempo  el  exorcismo
     apropiado.
        El  quinto  que creó  fue una mujer que  no podía concebir hijos.
     Enki, a  aquella  mujer  que  no  podía  dar  a  luz, le  asignó  por  desti­
     no  el  residir  en  el  harén.
        El  sexto  ser  que  creó  no  tenía  ni  pene  ni  vulva  en  el  cuerpo.
     El  dios, a  aquel  ser  al  que  llamó  Enlil-kigal, le  asignó  como  desti­
     no  el  estar  a  disposición  de  aquél  a  quien  Enlil  designase  como
     rey. Sería, pues, eunuco.
        Enki, gracias  a  sus  poderes,  consiguió  dar  acomodo  a  todos  los
     seres  creados  por  Ninmah  mientras  tenía  el  espíritu  alegre  a  causa
     de  la  cerveza  que  había  bebido. Tras  aquellas  acciones  positivas  en


                                -  48  -
   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50