Page 47 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 47
A la vista de ello Ninmah se dirigió a Enki y le respondió:
— Lo que tú has fabricado no está ni vivo ni muerto: no pue
de hacer nada.
Pero Enki volvió a argumentarle a Ninmah que ella había crea
do a siete seres, todos ellos enfermos, a los que él les había decre
tado un destino para que pudiesen, dentro de su desgracia, tener
algo con lo que vivir. Le insistió en que diese una solución para el
umul
— Ninmah, hermana mía, te ruego que a lo que he hecho le
des un destino para que pueda vivir de él. Tú misma dijiste que lo
que yo hiciera tú podrías remediarlo.
Ambos dioses continuaron hablando acerca de aquellos seres.
Sin embargo, Ninamah fue incapaz de decretar el destino del ser
creado por Enki.
Pasados los años, aquella creación del umul tomó su asiento
en la tierra. La deformidad, la enfermedad y los achaques de una
vejez larga pasaron a convertirse en males irremediables. Fueron
muchos otros seres, copias del primigenio umul, los que llegaron
a habitar en las ciudades, arrastrando su desgraciada vida. Incluso
vivieron muchos en la ciudad de la propia diosa Ninmah, en la
ciudad llamada Kesh, que hubo de soportar, además, diferentes ata
ques y destrucciones. Ninmah se había visto obligada a abando
nar su templo y refugiarse en el Ekur, el templo de Enlil, allá en
Nippur.
No pudiendo soportar más aquella situación, un día se atrevió
a dirigirse a Enki en son de amenaza:
— ¡Cuántos males me han sobrevenido por aquel reto que te
hice! ¡Oh Enki, ojalá que no emerjas de la tierra, que no puedas
salir de tu Abzu! ¡Que tus palabras no sean oídas!
Constantemente, durante largo tiempo la diosa seguía lamen
tándose:
— Estoy llena de rabia. Mi ciudad ha sido destruida, mis hijos
han sido hechos cautivos, he sido privada del sueño. He tenido que
dejar mi propio templo.
- 50 -