Page 51 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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UNA HIEROGAMIA CÓSMICA
Un texto sumerio, de finales del tercer milenio a. C., nos presenta un
mito relacionado con el nacimiento de la vegetación, resultado de una
hierogamia cósmica. Recogemos únicamente el comienzo del mito.
En aquellos días lejanos la Gran Tierra se hizo resplandecer a sí
misma, su grandioso cuerpo floreció alegremente. La Gran Tierra
sujetó a su cuerpo hermosos ornamentos de metal precioso y de
rico y brillante lapislázuli. En efecto, se atavió mágicamente con
negra y purísima diorita, con calcedonia, con irisada cornalina y con
resplandeciente elmeshu, piedras componentes todas de los más
exquisitos vestidos nupciales.
Por su parte, el Cielo, el todopoderoso An, se levantó majes
tuosamente allá en su bóveda. La Tierra pura se mostró engalana
da al puro An. Se mostró ataviada en una plaza inmaculada, en una
plaza cósmica, inimaginable de concebir con el pensamiento. An,
el Alto Cielo, consumó el matrimonio con la Gran Tierra, implan
tó mágicamente el esperma de los bosques y cañas en su seno.
La Tierra, a modo de diosa madre, recibió la buena simiente de
An. La Tierra se consagró toda a dar feliz nacimiento a la vegeta
ción, a las plantas que facilitaban la vida de las gentes. La Tierra,
alegremente, originó la abundancia, exudó vino y miel.
Sí. Habiendo dado nacimiento al bosque y al cañaveral, luego
amontonó las uvas y la miel en los almacenes.
Mientras el cañaveral verdeaba y también verdeaba el bosque,
ambos estuvieron en plena armonía. Bosque y cañaveral, juntos,
con sus tallos espléndidos, con sus frondosas ramas, cantaban sus pro
pias alabanzas. El bosque, sabedor de su superioridad, no se mos
traba orgulloso al cañaveral. En la profundidad de su espesura, en
el vasto interior de la montaña, iba completando sus troncos, tra
bajosamente. El cañaveral, por su parte, se elevaba del carrizo como
una nube de saltamontes, haciendo crecer las gruesas y nudosas
cañas, los grandes marjales, la caña ushshu.
Era a ellos a quienes las primigenias olas hacían engrandecer; a
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