Page 50 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 50

de  la  inmolación  de  dos  dioses Alla, los  grandes  dioses  le justifica­
    ron  la  finalidad  de  tal  creación.
       — El  trabajo  forzoso  de  los  dioses  será  el  trabajo  de  los  hom­
    bres:  delimitarán  los  campos  de  una  vez  por  todas  y  tomarán  en
    sus manos  azadas y espuertas  en provecho  de la  Casa  de los  gran­
    des  dioses,  sede  digna  del Alto  Estrado. Añadirán  tierra  de  labor
    a  otra  tierra  de  labor,  delimitarán  los  campos  de  una  vez  por
    todas,  pondrán  en  funcionamiento  el  sistema  de  regadío  para
    inundar los campos y hacer así crecer todo  tipo  de plantas. Cuan­
    do  la  lluvia  sea  escasa,  el  regadío  la  sustituirá. Así  cultivarán  los
    campos  de  los  Anunna,  aumentando  las  riquezas  del  país,  cele­
    brando  dignamente  las  festividades  de  los  dioses  y  vertiendo  el
    agua  fresca  en  la  Gran  residencia,  digna  sede  del Alto  Estrado.
    Se  les  llamará  Ullegarra  y  Annegarra*  y  multiplicarán  para  la
    prosperidad  del  país  bóvidos,  óvidos,  otros  tipos  de  animales,
    peces  y  pájaros.
       Esto  fue  lo  qüé  decidieron, con  su  sagrada  boca, Enul y  Ninul,
    el  «Señor» y la  «Señora  de la  edad arcaica», dos  ancestros lejanos  de
    Enlil, hablando  en  nombre  de  todos  los  dioses.
       El  amplio  programa  acordado  fue  ratificado  por Aruru,  digna
    soberana. Técnicos  tras  técnicos, palurdos  tras palurdos se  generaron
    de  entre  ellos mismos, esto  es, de  entre la humanidad, como  el  gra­
    no.  Los  primeros  asegurarían  el  progreso, los  segundos  ejecutarían
    el  trabajo  asignado  por  los  técnicos. Y  eso,  al  igual  que  las  estrellas
    eternas  del  cielo, no  cambiaría  nunca.
       Después  de  aquello, se  celebró  dignamente, día  y  noche, la  fes­
    tividad  de  los  dioses, según  el amplio programa  que  habían  estable­
    cido An, Enlil, Enki y  Ninmah, los  dioses  mayores.
       Y    allí mismo, en donde los  dioses habían sido  creados, Nisaba, la
    diosa  de  los  cereales, fue  instalada  como  soberana.
       Esto  constituye  una  doctrina  secreta:  ¡no  se  debe  hablar  de  este
    asunto  nada  más  que  entre  personas  competentes!




       *  Según este mito, éstos fueron los nombres de los dos primeros seres humanos.


                                -   53  -
   45   46   47   48   49   50   51   52   53   54   55