Page 78 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Vivían  entonces,  en  los  alrededores  de  la  ciudad,  unos  seminó-
    madas. Sí, unos  seminómadas vivían  entonces  en los  alrededores  de
    Ninab.Y  aquellas  gentes  iban  allí  a  cumplir sus  asuntos  sagrados  y
    a  sacrificar  sus  corderos.
       Un  día,  ya  llegado  el  atardecer,  cuando  se  acude  al  lugar  en
    donde se paga a los trabajadores, ante el dios se distribuían los panes
    a los  trabajadores  como  remuneración por su jornada. El  que  tenía
    una  esposa  recibía  como  ración  dos  panes,  el  que  además  tenía  un
    niño, recibía tres. Pero  quien era todavía célibe, soltero, recibía sola­
    mente  uno.  Sin  embargo,  Martu,  que  estaba  soltero,  recibió  dos
    panes  aquella  tarde. Se  fue  entonces  a ver a  su  madre  y progenito-
    ra. Entró  en  su  casa  y  le  dijo:
       — ¿Cómo  es  que  en  mi  localidad  mis  amigos  tienen  esposas
    y  mis  compañeros  también  y  yo,  entre  todos  ellos,  soy  el  único
    que  no  la  tiene?  No  tengo  ni  esposa  ni  hijos. Y,  sin  embargo,  he
    recibido  dos  panes, la  misma  ración  que  mis  amigos  casados.  He
    obtenido  igual  remuneración  que  mis  compañeros  que  tienen
    esposa.


       Otro  día,  también  ya  caída  la  tarde,  cuando  se  acudía  al  lugar
    en  donde  se  paga  a los  trabajadores, ante  el  dios  se  distribuían  otra
    vez  los  panes  entre  los jornaleros.  Quien  tenía  una  esposa  recibía
    dos  panes  como  ración,  quien  tenía  además  un  niño,  recibía  tres.
    Pero  quien  estaba  soltero  recibía  uno  sólo.  Sin  embargo,  Martu,
    que  estaba  todavía  soltero, volvió  a  recibir  dos  panes.
       Como  había  ocurrido  la vez  anterior, se  fue  al  encuentro  de  su
    madre  y  progenitora. Después  de  entrar  en  su  casa, le  dijo:
       — Elígeme  una  esposa, madre  mía, y  yo  te  aportaré  mis  racio­
    nes  de  pan.
       Su  madre  le  respondió:
       — Hijo  mío,  te  voy  a  hacer  mis  recomendaciones.  Recíbelas.
    Escucha  lo  que  te  voy  a  decir:  escoge  tú  mismo  una  esposa,  en
    donde  quiera que sea. Toma la  esposa que  tú  desees. No  quiero  ser
    rigurosa  ni  exigente.  Escoge  una joven  que  sea  servicial. Entre  los
    tuyos  que viven  en los  alrededores  de la  ciudad, hay quienes  se han


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