Page 75 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Dichas aquellas palabras gozosas, la diosa, ya embarcada en la nave
      real, se  dirigió, sin  más, hacia  la  reserva  de  harina, en  la  cual  hun­
      dió sus manos. A continuación se  acercó  a  una de las  cubas  de  cer­
      veza, retirando  con  su  mano  la  bisagra  de  su  tapadera.
         __Esta clavija — dijo  ella—  voy  a untarla  con precioso  ungüen­
      to  ¡Qué  gran  abundancia  de  mantequilla,  miel  y  vino  hay  aquí!
      Además,  carpas  gigantes  y  peces  bullen  de  alegría  por  delante  del
      barco  en las  límpidas  aguas.
         No  obstante, al igual  que  había  ocurrido  en  al atraque  anterior,
      Isíanna-Suen  no  hizo  ningún  comentario.  Los  barcos  no  dejaron
      allí  nada  de  su  carga. Nanna-Suen  volvió  a  decir:
         _.¡jyle  voy  a  Nippur!
         Otro  tanto  sucedió  cuando  los  barcos  arribaron  a  Uruk, la  ciu­
      dad de la que  Inanna  era la  diosa  titular. A pesar de sus  palabras  de
      bienvenida, Nanna-Suen partió  del  muelle  d e  Uruk sin  dejar  nada
      en ella y se  encaminó  a  Shuruppak. Era digno  de ver el largo  con­
      voy, que  conectaba  Shuruppak  con la recién abandonada Uruk. En
      Sh u ru p pak,  sede  de  la  diosa  Ninunu, paredra  de  Ninsazu,  ocurrió
      lo  mismo. E  igualmente  en Tummal, sede  de  la  amable  Ninlil, p re­
       cisamente  la  madre  de  Nanna-Suen.
         Sin embargo, el dios  tampoco  quiso  dejar nada  en Tummal. Tan
       sólo  deseaba  arribar  cuanto  antes  a  Nippur,  objetivo  de  su  viaje.
         Finalmente,  el  convoy  atracó  en  el  espléndido  muelle  de  Nip­
       pur, cuando  todavía  su  último  barco  no  había  abandonado Tum­
       mal.
         Desembarcado  el  dios,  se  acercó  al  tem plo  de  su  padre  y  crea­
       dor. Arribado  al  nártex  del  Ekur, in terpeló  al  portero  de  su padre:
         .—¡Portero,  abre  el  templo!  ¡Abre  el  templo!  ¡Kalkal!  ¡Abre  el
       templo, abre  el  templo!
         A continuación Nanna-Suen comenzó a enumerar al portero los
       presentes  que  traía  para  su  padre: rebaños  de  bueyes,  grasas  ovejas,
       ganado de sus  establos, cabras, puerco  espines, pajarillos  kuda, varia­
       da volatería y pequeños  azangunu,  carpas  gigantes  y peces. A  todo
       ello se añadía abundante aceite, cervezas embriagadoras, cestos reple­
       tos  de  huevos  y  cañas  tiernas  y  retoños. Asimismo,  Nanna-Suen


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