Page 73 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Ebla. Para la  entibación  de  abetos  Nanna-Suen  envió  a  un mensa­
    jero  al Bosque  de los  Cedros  olorosos. Para la pala  de  su  timón  de
     enebro Ashimbabbar  envió  a  un  mensajero  a  Langi. Para  proteger
     los  costados  del  barco  con  adecuadas  cañas  Nanna-Suen  envió  a
     diferentes  mensajeros  a lugares  ricos  en  cañaverales.
        Luego, tras  volver  los  comisionados  de  aquellos  lugares  con  los
     materiales  solicitados  por el  dios  Nanna-Suen para la  construcción
     de  su  barca y  de  la  flotilla,  éste  quedó  satisfecho.
       Pudo  con  ellos  y  con  la  colaboración  de  expertos  madereros,
     metalistas, calafateros y  marineros  construir sus  naves, sobresaliendo
     entre  ellas  un  impresionante  barco  real  sobre  el  que,  finalmente,
     tras  acopiar  en  él  todo  lo  necesario,  embarcó.  Puestos  sus  divinos
     pies  en  la  embarcación, Nanna-Suen  orgullosamente  dijo:
       — Yo,  Nanna-Suen, yo,  quiero  acudir  a  la  residencia  de  Enlil.
     Yo, Ashimbabbar,  quiero  ir  en  este  admirable  barco  a  la  residencia
     de  mi  padre  Enlil.  Le  llevaré  los  ricos  presentes  que  he  dispuesto
     en  mis  barcos.
        Nanna-Suen  se  puso, pues, en  ruta  hacia  la  residencia  de  Enlil.
     Llevaba  en  sus  barcos  rebaños  de  bueyes  para  el  templo  de  Enlil.
     Ashimbabbar  conducía  también  grasas  ovejas  para  el  templo  de
     Enlil. Nanna-Suen  había vaciado  sus  establos y llevaba  con  él  todo
     el  ganado  para  el  templo  de  Enlil: sus  cabras  alimentadas  con ricos
     forrajes,  sus  puerco  espines,  sus  pajarillos  kuda. Ashimbabbar  lleva­
     ba  de  sus  corrales  variada  volatería  y  pequeños  azangunu  para  el
     templo  de  Enlil. Asimismo,  había  amontonado  carpas  gigantes  y
     peces, que bullían en las proas de los barcos para el templo de Enlil.
     También llevaba en sus barcos abundante  aceite y cervezas  embria­
     gadoras.  Nanna-Suen  había  llenado  grandes  cestos  de  huevos' para
     el  templo  de  Enlil. Ashimbabbar  se  había  procurado  cañas  tiernas
     y  retoños para  el  templo  de  Enlil.
        De  sus  numerosas  ovejas, Nanna-Suen  había  obtenido  corderi-
     llos,  habiéndolos  engendrado  sus  moruecos,  para  distribuirlos  a  lo
     largo  de  las  riberas  del  brazo  del  Eufrates, conocido  como Turun-
     gal, en su camino hacia el templo de Enlil. De sus numerosas cabras,
     Ashimbabbar  había  obtenido  cabritillos  que  habían  sido  engen­


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