Page 70 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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se ha convertido en la comadrona del país, en la mujer sabia del
mundo. ¡Le ha sido encargado el nacimiento de reyes y dignatarios!»
— Enki la escuchó muy atentamente. Pero Inanna, sollozando,
prosiguió con su queja.
— «Mi noble hermana, la santa Ninisinna, ha recibido la insig
nia de la piedra shuba.Y gracias a ella se ha convertido en la hie-
ródula de An. Ella está a su disposición y le dice con voz alta lo
que su corazón desea. Por otra parte, mi noble hermana Ninmug
ha recibido el formón de oro, el martillo de plata, el ancho cuchi
llo de sílex. Se ha convertido, pues, en el país, en la artista de la
madera y de los metales, capaz de modelar a los reyes ciñéndoles
la diadema a perpetuidad, además de poner la corona sobre el sobe
rano legítimo.»
— Hecha una breve pausa y calmándose poco a poco, pero sin
olvidar el desprecio a que, según ella, había sido sometida, Inanna
prosiguió.
— «Mi noble hermana, la santa Nisaba ha recibido la regla de
medir y guarda en su costado el patrón de lapislázuli. Difunde los
grandes poderes, fija las fronteras, marca los mojones. Se ha con
vertido en la secretaria del país e incluso le ha sido encomendada
la contabilidad de la comida y bebida de los dioses. Por otra parte
— prosiguió la diosa— Nanshe, la gran señora, a cuyos pies se detie
ne la lechuza, se ha convertido en la responsable de los productos
de la pesca y de la caza. Peces escogidos y pájaros de los más sucu
lentos los presenta a su padre Enlil en Nippur. »
— Finalmente, volviendo Inanna a arreciar en sus llantos, termi
nó su queja diciendo:
— «¿Por qué me has dejado de lado? ¿Por qué me has tratado
así, de modo diferente? ¿Dónde están mis prerrogativas?»
— Enki con voz suave le respondió a la santa Inanna, a su hija,
con estas preguntas:
— «¿Qué es lo que se te ha negado? ¿Qué es lo que se te ha
negado, señora? ¿Qué podría conferirte ahora, joven Inanna? ¿Qué
te he negado?»
—Enki continuó diciendo:
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