Page 80 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Sigue  una  laguna  de  unas  50  líneas.  Parece ser que Martu  no  aceptó  los
       presentes  que  le  daba  Numushda, sino  que,  como  buscaba  una  esposa,  le
       solicitó la mano de su hija, tal como se deduce de dos líneas llegadas intactas.


       — Tu  plata  y  tus  piedras  finas,  Numushda,  ¿de  qué  me  servi­
    rían?  ¿A  qué  me  conducirían?  ¡No!  Lo  que  yo  quiero es  desposar
    a Adnigkidu, tu  hija  — le  dijo  Martu  al  dios.


       Las  veinte  líneas siguientes,  dado su  mal  estado,  impiden su  reconstruc­
       ción  textual.  Sin  embargo,  el punto  clave  sí puede  leerse.

       — Está  bien  — le  repondió  Numushda— ,  te  entrego  a  mi  hija
    Adnigkidu.  ¡Sí, te  entrego  a  mi  hija Adnigkidu!


       Otras  16  líneas  son  prácticamente  ilegibles.  Estarían  dedicadas,  según
       se  deduce  de  algunas palabras  sueltas,  a  explicar  los preparativos  de  la
       boda,  con  la  indicación  de  tos  regalos  de  oro  que  los  ancianos  y  oficia­
       les de Ninab  hacían  llegar a  la  hija  de Numushda.  Sin embargo, cuan­
       do  el  texto  se  hace  legible,  aparece  una  amiga  que  intenta  disuadir  a
       Adnigkidu  de  que se  case  con  Martu.


       Un día, antes de que se llevara a término la boda, una joven ami­
    ga  de Adnigkidu  le  dijo  a  ésta:
       — No  te  cases, querida  amiga, con  ese  nómada y  enemigo  de  la
    civilización,  cuya  gente  no  tiene  templos  asentados  para  rezar  a  sus
    dioses.Va vestido con pieles de  corderos, vive bajo  una tienda, some­
    tido  a  las  inclemencias  del  viento  y  de  la  lluvia.  No  ofrece  sacrifi­
    cios. Vagabundea armado por la estepa. Desentierra las trufas, las kama-
    tu, y no  sabe  doblegar la rodilla. Come  carne  cruda, pasa su  vida sin
    tener  una  casa  y  cuando  muera,  no  será  enterrado  según  los  ritos
    funerarios. ¿Cómo  podrás  tú, amiga  mía, casarte  con  ese  Martu?
       Pero Adnigkidu  replicó  a  su joven  compañera:
       — ¡A  pesar  de  todo, me  casaré  con  Martu!


       ¡Bien, bien  para  Ninab!



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