Page 86 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Apenas había acabado de pronunciar estas palabras, ya los Enkum,
que habían ido con Isimu, se habían apoderado de la barca celes
te. Sin embargo, Inanna llamó rápidamente a su fiel asistente Nin-
shubur,
— ¡Ven, acude rápido, mi fiel asistente del Eanna! ¡Mi asistente
de palabras hábiles! ¡Mi mensajero de palabras eficaces! ¡Tu mano
no ha tocado el agua, tu pie no ha tocado el agua!
Así Inanna, en virtud del no contacto de Ninshubur con el
«Poder agua», logró que la barca celeste no cayera en manos de los
Enkum. Consecuentemente, salvó para sí los poderes que se le ha
bían ofrecido.
A la vista de aquel primer intento fallido, el príncipe Enki se
dirigió a Isimu, su mensajero. Le convocó nuevamente. Al oír a su
dios, se presentó Isimu.
— Isimu, mi buen mensajero, personaje celeste, ¿dónde se halla
en este momento la barca?
— Está, justo, atracada en su segunda etapa, en el santo muelle.
— Bien — respondió Enki— . Que los Cincuenta gigantes de
Eridu se apoderen de ella. Pero que dejen continuar camino a
Inanna.
Al igual que había actuado con anterioridad, Isimu se presentó
ante Inanna y le transmitió la orden de su padre. Inanna reaccionó
de modo idéntico. Volvió a llamar a su asistente Ninshubur, quien,
por el hecho de no haber tocado el agua, pudo evitar que los Cin
cuenta gigantes de Eridu se apoderaran de la barca celeste.
Una tercera vez ocurrió lo mismo. En este caso, Enki envió
contra la barca celeste a los temibles Cincuenta Lahamu del Engur.
Aquellos monstruos permitirían que Inanna llegase a Uruk, pero
debían regresar a Eridu con la barca cargada con los me. Nueva
mente, el mensajero de Inanna salvó aquella situación.
Ya en la cuarta etapa, ocurrió otro tanto. Enki no renunciaba a
perder sus poderes, componentes necesarios para poder enriquecer
y desarrollar una calidad de vida civilizada, que deseaba para todos
los humanos, criaturas suyas. En este caso envió contra la barca al
Gran pez para que chocara contra ella y así recuperarla. Otra vez
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