Page 141 - El nuevo zar
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que la fuente fue el chelista Mstislav Rostropóvich.[55] Putin convocó a sus
               antiguos contactos en la policía local y el servicio de inteligencia para que
               acompañaran a la ambulancia que trasladó con discreción a Sobchak desde la
               sala del hospital hasta un avión que lo aguardaba en el aeropuerto de Púlkovo.

               A pesar de las órdenes de arresto de Sobchak, del frenesí público respecto del
               caso  y  de  las  propias  promesas  de  Sobchak  de  permanecer  en  Rusia  para

               defenderse  contra  las  acusaciones,  finalmente  él  y  su  esposa,  Liudmila
               Nárusova, pasaron los procedimientos de aduana ya en la pista, les sellaron el
               pasaporte y volaron a París.

                    La participación de Putin fue ciertamente audaz y, muy probablemente,

               ilegal, aunque los documentos de Sobchak estaban en orden. Como en 1991,
               arriesgó  su  propio  futuro  por  lealtad  al  líder  defectuoso  y  carismático  que
               había sido «un amigo y un mentor».[56] Solo en un país con un sistema de

               justicia  quebrado  podría  haber  conseguido  materializar  la  fuga  de  Sobchak
               hacia la seguridad en el extranjero. Solo en un sistema político disfuncional

               podía su descarada resistencia a la ley reportarle admiración (y no solo entre
               su círculo íntimo de amigos).

                    El escape de Sobchak generó furor, y el papel cumplido por Putin en el
               asunto no se mantuvo en secreto por mucho tiempo. «Putin entendía mejor

               que  nadie  la  injusticia  de  lo  que  le  estaba  sucediendo  a  su  antiguo  jefe  y
               mentor  político»,  escribió  un  admirador  más  adelante.  Putin  «percibía  el
               peligro con más inmediatez e intensidad que otros» y actuó por lealtad y nada

               más. «Cuando supe que Putin había ayudado a enviar a Sobchak al exterior,
               tuve  sentimientos  encontrados.  Putin  había  corrido  un  gran  riesgo.  Y,  sin

               embargo, admiré profundamente su modo de actuar.» El admirador era Boris
               Yeltsin  y,  al  reflexionar  sobre  las  peleas  internas  y  las  traiciones  de  sus
               designados, sintió fascinación ante semejante despliegue de lealtad.[57]
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