Page 158 - El nuevo zar
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anticipó  levantándose  de  su  escritorio  para  estrecharle  la  mano.  «Parecía
               incluso más bajo que en la televisión», recordó haber pensado Litvinenko. La
               reunión fue breve y, para Litvinenko, fría. Putin insistió en reunirse con él a
               solas, sin los otros dos colegas que lo habían acompañado. Gentilmente se

               negó a aceptar el informe que Litvinenko le había traído. Litvinenko describió
               la reunión a su esposa, Marina, como un desastre. «Podía ver en sus ojos que

               me odiaba.»[46]

                    Putin había compilado su propio expediente contra Litvinenko y los otros.
               En  la  tarde  del  9  de  noviembre,  apareció  en  el  canal  de  televisión  estatal
               Rosiya y, aunque prometió una investigación, insistió en que no había pruebas

               de que las acusaciones contra el FSB fueran ciertas. Ridiculizó la conferencia
               de  prensa  como  un  espectáculo  con  «personajes  sacados  de  un  cuento
               infantil», con máscaras aun cuando anunciaron sus nombres. La exesposa de

               uno de ellos —no dijo de cuál, pero aparentemente no se refería a Litvinenko
               — lo había llamado después, dijo, sorprendentemente, para quejarse de que se

               había retrasado en el pago de la pensión conyugal. «Quizás sea esa la razón
               por la que llevaba gafas oscuras.» Luego le dio la vuelta a la situación y dijo
               que eran los agentes los que habían llevado a cabo operaciones ilegales.[47]

                    Yeltsin citó a Putin a su dacha otra vez al día siguiente y le exigió que

               resolviera  el  creciente  y  vergonzante  escándalo.  «Todos  saben  lo  que  les
               sucede  a  las  personas  reprendidas  de  esa  forma  por  un  Yeltsin  adusto»,
               escribió  un  periódico  acerca  de  la  reunión.[48]  Putin  no  se  ablandó,  sin

               embargo; incluso si algunas de las acusaciones de los agentes fueran ciertas,
               eran  tan  cómplices  como  sus  superiores.  Consideraba  que  los  agentes,  al

               realizar  la  conferencia  de  prensa,  habían  traicionado  su  juramento  al  cargo
               como oficiales de inteligencia. En lugar de investigar sus alegatos, presentó al
               presidente las pruebas que había compilado sobre los delitos de ellos. Y luego
               echó a Litvinenko y sus colegas. «Personas como estas no pueden trabajar en

               el FSB», dijo.





               La forma en que Putin llevó el asunto no le reportó respaldo universal en el

               Kremlin. Corrían rumores de que Yeltsin lo iba a echar por incompetencia, a
               solo cuatro meses de estar en el cargo. Los recortes de personal en Lubianka

               no  eran  políticamente  populares  en  la  Duma,  que  continuó  asediando  la
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