Page 160 - El nuevo zar
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muerte—[53] y, aun así, el móvil de su asesinato nunca se establecería por
               completo.

                    Yeltsin, enfermo y frustrado, se descargó contra todos. De los problemas
               que se apilaban en el país ese invierno, culpó «al brote de histeria comunista»,

               que incluía no solo denuncias reiteradas contra los judíos, sino también una
               petición para devolver la estatua de Félix Dzeryinski a su pedestal fuera del
               cuartel general del antiguo KGB, donde ahora trabajaba Putin. Yeltsin estaba

               furioso por la inacción de la «habitualmente intimidatoria Fiscalía General»
               frente  a  lo  que  él  veía  como  provocaciones  criminales  para  derribar  la
               democracia  de  Rusia.[54]  El  asesinato  de  Starovóitova  parecía  otro  golpe

               devastador contra el país, contra él.

                    Como jefe de la agencia de inteligencia interior del país, Putin cargaba al
               menos con parte de la culpa, pensó Yeltsin. El destino político de Putin ahora

               parecía atado al capricho impredecible de Yeltsin. Yeltsin volvió a citarlo el
               15 de diciembre, esta vez en el Kremlin, durante uno de sus raros días en la
               oficina  presidencial.  Quería  discutir  el  caso  Starovóitova,  el  brote  de

               declaraciones  racistas  en  el  Parlamento,  el  complot  contra  Berezovski  y  el
               progreso de Putin en la reestructuración del FSB. Putin salió de la reunión
               enfatizando que no había perdido la fe del presidente, en tanto sonaba como

               alguien  preocupado  por  haberla  perdido.  Acusó  a  los  que  difundían  los
               rumores, aparentemente desde dentro de los sectores enfrentados de Yeltsin,
               de querer «sembrar semillas de incertidumbre entre el personal administrativo

               y  ejecutivo  del  servicio  o  debilitar  su  control».  En  la  base  de  los  rumores
               «yace  el  miedo»,  dijo,  «miedo  al  servicio  de  seguridad».  Putin  parecía

               aferrarse a su posición a duras penas. Anunció que, cuando Yeltsin finalizara
               su mandato —en apenas un año y medio, por entonces—, él dimitiría para
               hacerle  sitio  a  un  nuevo  jefe  de  inteligencia  bajo  el  mandato  de  un  nuevo
               presidente. «Es obvio que yo tendré que irme.»[55]
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