Page 162 - El nuevo zar
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características de la «trampa para maridos» que el KGB alguna vez había
utilizado para avergonzar o extorsionar a empresarios y políticos. Pronto
circuló una broma de que la fuente del vídeo era un hombre que «guarda gran
parecido con el director del FSB», Vladímir Putin.
De acuerdo con Yeltsin, fue su jefe de Administración, Nikolái Bordiuzha,
quien primero obtuvo la cinta de vídeo. Conmocionado, Bordiuzha confrontó
a Skurátov de forma privada en el Kremlin el 1 de febrero, mucho antes de
que el escándalo se hiciera público.[3] Skurátov escribió de inmediato una
carta de renuncia en la que citaba su deteriorado estado de salud, y firmó su
ingreso en un hospital al día siguiente. Yeltsin acababa de salir de su propia
hospitalización, después de tratarse por una úlcera hemorrágica. Bordiuzha
mismo ingresó en un hospital un mes más tarde. Era como si una plaga
estuviera barriendo a la élite política del país. El 2 de febrero, Yeltsin regresó
a su oficina en el Kremlin por primera vez desde finales de 1998. Solo se
quedó una hora y media, pero bastó para despedir a cuatro asistentes y aceptar
la renuncia de Skurátov. La razón citada en el anuncio fue la salud de
Skurátov, pero, puesto que la «enfermedad» repentina de los líderes soviéticos
hacía tiempo que servía de un eufemismo para disimular intrigas mayores,
nadie lo creyó.
Pronto se propagaron rumores sobre más despidos, incluido el de Putin.
Nadie sabía qué se estaba desplegando detrás de escena. La cámara alta del
Parlamento, el Consejo de la Federación, controlado por los gobernadores del
país, tenía la autoridad exclusiva para confirmar la renuncia de Skurátov;
advirtiendo el vacío de poder que seguiría al fin inminente del mandato de
Yeltsin, el consejo se negó a considerar el destino de Skurátov mientras
estuviera internado y sin poder explicarse.
Yeltsin dijo en ese entonces que ni Bordiuzha ni sus otros asistentes le
habían contado acerca de la cinta de vídeo antes de que esta se volviera
pública. Simplemente, se alegraba de que Skurátov hubiera dimitido, y por
amplios motivos. Skurátov había cumplido funciones como fiscal general
durante más de tres años y, sin embargo, solo se había distinguido por su
fracaso espectacular para resolver los crímenes más infames del país, incluido
el asesinato de Galina Starovóitova dos meses antes. «La interminable
monotonía de las excusas de Skurátov comenzaba a molestarme», escribió
Yeltsin.[4] Sin embargo, Skurátov no había estado completamente ocioso.
Mostraba más fervor por investigar los asuntos del presidente que otros